La imagen de la familia real española empañada por los escándalos

La imagen de la familia real española empañada por los escándalos

PALMA DE MALLORCA, España. Del elegante palacio de Marivent, que domina el Mediterráneo, al lujoso puerto deportivo, Palma de Mallorca se había acostumbrado con placer a acoger las vacaciones de la familia real española.

Hasta que el escándalo sembró la indignación en la ciudad. «Estoy muy decepcionada», dice María de Lluc, una podóloga de 34 años, sobre la investigación en torno al yerno del rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarin, y la esposa de éste, la infanta Cristina, que comparece el sábado ante un juez por presuntos delitos fiscales y de blanqueo.

«Yo soy super promonárquica, de toda la vida», afirma. «Aquí la gente somos muy de la realeza», asegura, «pero ahora con todo lo que ha pasado se nos ha caído la monarquía al suelo».

Conocidas por sus calas idílicas y sus fiestas endiabladas, las islas Baleares pueden parecer a mil leguas de la profunda crisis que golpea a España.

«Es verdad que aquí hay mucha concentración de alto capital pero también tenemos un 18% de la población que vive bajo del umbral de pobreza», explica Aina Calvo, exalcaldesa socialista de Palma. Y pese a que las callejuelas de nobles fachadas góticas no son conocidas como escenario de manifestaciones, «la indignación» está presente, afirma.

«De todos los que tenemos de alguna forma una representación pública, y ellos no dejaban de tenerla como Corona, se esperan conductas ejemplares. Y de repente se sospecha que ha sido utilizado el dinero de todos, incluido de aquellos que viven por debajo del umbral de pobreza. Es muy difícil de comprender y muy difícil de asimilar», añade.

Muestra de esta indignación, el consejo municipal acortó el nombre de la «Rambla Duques de Palma», título concedido por el rey a su hija menor y por extensión a Urdangarin, tras su boda en 1997, a Rambla sólo. Esta modificación, propuesta en enero de 2013 por los republicanos de Mes Mallorca, fue aprobada por unanimidad de todos los grupos municipales.

«No hubo ningún tipo de voz contraria, era un gesto esperado. La retirada del nombre de los duques de la rambla, lejos de sembrar la polémica, fue aplaudida por la inmensa mayoría de los ciudadanos», dice Calvo.

En toda España es palpable este desencanto nacido, además de la imputación de Urdangarin en diciembre de 2011, de una cascada de desventuras y escándalos. «Es una ‘tormenta perfecta'», analiza Ana Romero, periodista que desde 2010 cubre la familia real para el diario El Mundo.

«Se han producido todos los factores necesarios para que la monarquía esté en la situación en la que está, pero el desencadenante es el caso Urdangarin», afirma.

En Palma, este rechazo es más flagrante dado que la isla estaba asociada desde hace 30 años a sus vacaciones en el palacio de Miravent. Y los vecinos se alegraban de la publicidad que la familia real representaba para el archipiélago.

«Siempre ha sido gente que ha disfrutado de Mallorca. También en el típico pueblo donde iban a comprar pan y ensaimadas, y comer los pasteles típicos», recuerda De Lluc. «El rey iba al campo de tiro, o iba a un restaurante a comer huevos fritos con patatas.

Tampoco se mezclaban con la gente, pero no han sido reyes al uso», explica. Después, ante una crisis que golpea a muchas familias, Juan Carlos prescindió de su lujoso yate, el «Fortuna», y los monarcas se hicieron discretos.

«Este verano no se ha sabido nada de ellos», lanza De Lluc. «¡Antes parecían tan majos! La familia real estaba aparte, como que era gente honrada y gente buena.

Y ahora como se ha descubierto esto, pues se les ven como unos políticos más», lamenta recordando los numerosos casos de corrupción que sacuden al país.

En cuanto estalló el escándalo, la Casa del Rey intentó poner cortafuegos, alejando a la Infanta y a su molesto esposo de los actos oficiales, y optando por publicar sus cuentas por primera vez.

«El servicio de comunicación de la Casa del Rey está haciendo un esfuerzo muy grande para adaptarse a los tiempos», reconoce Romero. «Pero son esfuerzos que a muchos les parecen pequeños porque se trata de un sitio que durante 38 años no ha tenido transparencia», añade.

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