La imaginación busca trabajo

La imaginación busca trabajo

)Por qué se hipertrofia a la Administración Pública, y se le resta, debido a ello, capacidad para impulsar a la nación hacia el progreso? Ejercicio, más que interrogante que nos hemos hecho siempre, encuentra respuesta en las experiencias del pasado.

Algunas las he escrito en nuestra obra «De la Frustrante Pobreza al Bienestar Anhelado», otras en artículos. A las puertas del nuevo gobierno, permítanme insistir sobre el tema. Porque en alguna época, y no solamente bajo administraciones fuertes, tenemos que superar esa tara.

Porque el problema, es una tara.

En 1860 vino al país Randolph Keim, para escribir algunos artículos sobre nuestro país, para el periódico The Herald, de Nueva York. Diez años más tarde los publicaría como un libro, divulgado hacia 1978 por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos. Cuenta Keim que mientras bajaban en la recua que los transportaba por la cordillera Septentrional, vivaquearon a la altura de Altamira. Admiraba la exuberancia de la vegetación, que revelaba lo ubérrimo del suelo. Pero todo ello contrastaba con la pobreza de los anfitriones, dueños de desvencijado cuchitril.

Los imaginó en mejor posición si dueños de afanes, sacasen provecho a esa rica tierra. Y les hizo el comentario.

)Y para qué? Tenemos para comer con lo que cosechamos. De todas maneras, nadie compra lo que uno vende.

En 1870 vino Samuel Hazard, con la misión de conocer el nivel de aceptación que encontraría un proceso anexionista a los Estados Unidos de Norteamérica.

En las vastas y calientes soledades de la Línea Noroeste, en busca de un lugar de vivac, llegaron a una casa que les pareció atractiva y de buena construcción. No era el bohío común hallado a lo largo de su recorrido.

Pidieron posada, que se les ofreció.

Hazard escribe sobre la innominada familia que les sirvió como anfitriona esa noche. La pareja, dice, era de indudable inteligencia, bien informada, dispuesta al trabajo. Pero lucía modesta, y también Hazard, como Keim años atrás con los rústicos campesinos montañeses, los interrogó sobre la producción y sus expectativas. Y palabras más, palabras menos, obtuvo la misma respuesta. )Para qué sembrar, si lo que no se venda en Hamburgo se perderá? (Alemania! Meta clave del comercio regional liniero en esos días.

Empero, producto que no se colocase en aquellos mercados, producto que se perdería.

)Y entretanto, dónde estaba el gobierno dominicano? Bien gracias, peleando por quedarse sus miembros, contra aquellos que intentaban sustituirlo. Como en efecto, pues en cada caso, no bien se hubieron ido Keim y Hazard, los gobiernos que los atencionaron se fueron a villa. Y perdieron la silla.

Keim cuenta que durante una entrevista con el Presidente Buenaventura Báez, éste le confió lo urgido que se hallaba de dinero. Pedía el mandatario al viajero que comunicase esta solicitud, pues la nación estaba en la miseria.

No es ayuda moral lo que pide el gobierno expresaba el Presidente Báez (es dinero!

Una revisión a mucha de la correspondencia copiada por J. Marino

Incháustegui o don Máximo Coiscou Henríquez en los archivos de Indias, en Sevilla, nos ofrece la misma visión. Capitanes Gobernadores Generales de la colonia escribían a la corona porque el pobre país no producía para sostenerse. Cerrado el comercio, no pagaba tributos. Decaída la producción, no se percibía un maravedí por alcábalas a la exportación. (Manden el situado para terminar las murallas, manden para hacer un templo, manden para pagar los salarios!

Hoy, muchas de nuestras administraciones desechan generar ahorro público interno para, como nuestros ancestros, depender del situado. Lo único que esta vez llega como financiamiento reembolsable, oneroso en ocasiones, obligándonos a laborar como desposeídos esclavos, para inversionistas de otras tierras.

No me cabe duda. Tenemos que lograr que la Imaginación como sujeto, se ponga a buscar métodos para crear trabajo y mercado. Y de alguna manera hemos de lograr que la misma labore al lado de los Presidentes de la República. (Busquémosle trabajo a la imaginación!

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