El ciclo vital de los seres vivos implica el momento del deceso y es una verdad que todos conocemos, pero que no resulta fácil de abordar y en ocasiones genera incomodidad en muchas personas; sin embargo, pretender vivir de espaldas a nuestra propia finitud no cambia el hecho de que obligatoriamente, listos o no, tendremos que partir.
Abrazar esta verdad nos libera de una gran carga y nos invita a sacar provecho de cada segundo de existencia. Es precisamente la certeza de que terminará el botón rojo y brillante que nos impulsa a hacer, construir y a vivir.
Al pensar en ese momento, es común que imaginemos una persona avanzada en su ciclo vital, pero lamentablemente no siempre es así y este es precisamente un elemento con el potencial de complejizar un caso, ya que no es lo mismo gestionar una familia que despide a una persona en sus años altos, que cuando esto ocurre en una etapa temprana de la vida.
Contar con una respuesta institucional, un marco regulatorio, jurídico y administrativo que garantice el acceso de las familias hacia equipos capaces de solventar las necesidades que surgen de este momento, es de interés mundial y parte de lo que se pretende visibilizar hoy, a través de esta campaña, que surge en el marco de la constitución de la atención paliativa como un derecho humano en salud.