La comunicación es el ingrediente fundamental de toda relación, y con mayor razón en la vida de pareja, no nada más para mantener el vínculo entre los cónyuges, sino con el tiempo es lo que verdaderamente une a los individuos en el transcurso de la vida, es mediante ella como se van fundiendo las almas dentro de un marco de respeto, libertad, cariño y aprecio.
Ese existir para el otro es lo que le da sentido a la vida de ambos, cuyo elemento básico es el amor profesado.
El amor maduro, es el que va surgiendo a través de compartir el camino, es transitar en este mundo junto al otro construyendo paso a paso un destino, ese amor incondicional en el que cada quien goza estar al lado del otro, de disfrutar la presencia tanto en los momentos fáciles como arduos, dolorosos como gozosos, gratificantes como frustrantes, pues al irse compartiendo mutuamente en ese anhelo del alma, le vamos dando sentido a nuestra vida.
Cuando hablamos de comunicación, entendida comúnmente como esa habilidad de intercambiar ideas y sentimientos, no nos referimos a simplemente hablar por hablar, a veces sin contenidos, sino verdaderamente de crear espacios para compartirse mutuamente, abriendo cada uno su corazón y desde ahí incluir al otro en todo lo que nos corresponde, implicarlo en lo que ha conformado nuestro propio ser.
En ello va todo lo que ha sido e implicado nuestra historia personal, donde ha habido toda clase de capítulos, que de paso, es lo que nos ha dado forma, lo que nos ha constituido y forjado nuestra personalidad, con partes brillantes como obscuras, con defectos y virtudes, llenas de fortalezas y debilidades, lo que nos ha hecho ser atractivos y detestables, pues todo, todo, todo eso, es el ser de cada individuo, donde se halla el verdadero encanto, una mínima parte descubierta por el otro que lo cautivó, pero aún hay mucho más que descubrir que se logra a través de los años de convivencia.
Esta comunicación la podemos catalogar como “profunda”, es decir, entenderla como aquella comunicación sincera y no superficial entre un tú y un yo con el fin de conocernos, aceptarnos y lograr así, la unidad desde el centro de nuestra intimidad, por lo cual para practicarla se requiere tiempo de calidad y espacio de calidad, es decir, establecer o destinar un lapso o periodo exclusivo para fomentar ese espacio sagrado en el que lo más profundo del ser de cada uno se compartirá y por tanto también se requiere de un lugar propicio para esa comunión.
Es así como se va construyendo día a día esos lazos de profunda intimidad, compartiéndonos de palabra, por escrito o con señales acordadas de lo que uno sabe o tiene, y lo que el otro significa en la vida de uno, tener abiertos todos los canales, para que la comunicación sea sincera, fluida, educada y llena de amor y mutuo respeto.
10 aspectos sobre la comunicación en el matrimonio:
1. El objetivo de toda comunicación, debe ser amar, mejorar la relación, cuidar la integridad del otro y mantener el ambiente de armonía.
2. Para fomentar la confianza mutua, es necesario promover un ambiente de franqueza, es decir, hablar claramente, sin tapujos ni aspectos encubiertos, cuidando en todo momento la sutileza, la delicadeza para decir las cosas.
3. Al escuchar las preocupaciones, dificultades, insatisfacciones o necesidades del cónyuge, evitar emitir opiniones, consejos y con mayor razón juicios, culpas o reclamos, y si en cambio, disponerse a entender al otro en su contenido, contexto y emocionalidad para luego formular preguntas que lo lleven a pensar en nuevas alternativas o posibilidades.
4. Al estar enfadado, darse un tiempo de aislamiento, caminar al aire libre un rato para serenarse, para luego reunirse con la pareja en un mejor estado emocional.
5. Para saber comunicar, es preciso saber preguntar y escuchar, escuchando se agrada siempre, comunicando algunas veces.
6. Piensa bien lo que le vas a decir al querer comunicarte con tu cónyuge, pues muchas veces en nuestra impulsividad, podemos decir cosas hirientes que luego nos arrepintamos y nos perdonen por ello, pero no se olvidarán.
7. Un mecanismo que desanima, desmotiva, aleja a la pareja, es optar por la queja, reclamo, culpa, crítica, burla, insulto, pues son mecanismos disfuncionales, altamente destructivos.
8. El mayor daño que afecta la autoestima de tu cónyuge y de paso deteriorar la relación es optar por suspender o romper la comunicación, practicar la famosa “ley del hielo”, pues uno de los mayores enemigos del matrimonio o vida en pareja es la indiferencia basada en la soberbia.
9. Cuando tengas la opción de compartir con tu cónyuge sobre su persona, refiérete sobre lo que hace bien, de sus virtudes, de sus logros, de sus buenas actitudes, de todo aquello que le admiras y de lo bien que te hace sentir y te escuchará horas enteras.
10. Promover la humildad de aceptar ante el otro, errores cometidos, reconocer hábitos inconvenientes, expresar necesidades físicas, emocionales y sociales y disponerse a cambiar y generar acciones correctivas, así como ante conflictos de intereses, llegar a acuerdos que los satisfagan mutuamente, con la finalidad de promover el bien común.
El vivir en pareja es la manera de verme a mí mismo en los ojos y el corazón del otro, y al unirnos tanto a nivel físico, como mental, emocional y espiritual, es poder descubrir a través de la pareja el milagro divino de la vida, es el privilegio de tener la capacidad de amar y ser amado, es descubrir la grandeza de la creación en él o en ella y finalmente es así como vamos enseñando por medio del modelaje a los hijos a comunicarse, a compartirse y al final de cuentas, les vamos enseñando a ser pareja y sobre todo a ser auténticos humanos.
“Tocar el alma del otro, es como pisar tierra sagrada”. Stephen Covey
La autora es Trainer de la International Coaching Community, ICC, Aliada de Perfiles & Competencias de Rep. Dominicana.