Países con grandes tradiciones y más adelantados en diferentes aspectos que la mayoría de las
naciones, están poniendo atención de manera firme a la educación. Pero dentro de cierta perspectiva. Para que ésta comience donde debe comenzar. En el seno de las familias y dentro del hábitat en que se desarrollan los seres humanos.
Pensadores humanistas enseñan que cuando se trata el tema de la educación en su significado más amplio, debemos entender que este envuelve todo lo relativo al cambio, sustitución y creación de valores. Sin olvidar que dentro del concepto de educación hay otro aspecto relacionado con la de transmitir conocimientos y el incremento de la información. En adición a la que se refiere a desarrollar habilidades y pericias. Pero de estas dimensiones de la educación, entre ellas: valores, conocimientos y pericias, se podría decir que la de mayor importancia y trascendencia por sus efectos a largo plazo y profundidad, es la que corresponde a los valores. Teniendo en cuenta que su desarrollo ocurre por etapas a lo largo de la vida.
Que en dicho proceso desempeñan un papel predominante los diferentes ambientes y contextos sociales en los cuales se desarrolla la persona desde que nace. Y que el afianzamiento de los valores ocurre, principalmente dentro de los primeros años de su vida, hasta la adolescencia.
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El proceso de cambio de valores implica la participación, no solamente de las personas como individuos, sino la acción de la misma sociedad a través de sus instituciones. Por esta razón, la formación de valores es eminentemente social. Y la educación, considerada en su totalidad, no es ni puede ser el predominio de una sola y única institución social, como es el sector educativo según entienden algunos.
Para poder lograr un cambio de valores es importante considerar como una necesidad sentida, no solamente el desarrollo social o económico, sino la integración familiar y el fortalecimiento moral como freno a la corrupción en todo su contenido. Y aunque algunos no quieran admitirlo, dentro de esa formación moral, se hace necesaria la formación de contenido religioso. Porque los cambios de estructuras, democracia participativa, descentralización, conciencia ciudadana, sin coherencia familiar, conciencia moral y de lo trascendental, siempre corren el riesgo de materializarse.
Es de especial importancia analizar cuáles son los aspectos valorativos que influyen de forma más destacada sobre los problemas que afectan nuestras sociedades. Porque no se trata solo de miseria y empobrecimiento. Por encima de ello, hay aspectos en sectores satisfechos, que provocan desesperanzas, inconductas y corrupción. Por esta razón se hace necesario enfocar la atención hacia los agentes de formación de valores. Porque sobre ellos recae la enorme responsabilidad de proyectar una nueva sociedad: Las Familias y las iglesias fundamentalmente.
Gracias a Dios que hay mucha gente preocupada por estos aspectos. Religiosos, laicos e incluso agnósticos. Personas que aún sin darle importándole a si existe Dios, entienden que es sumamente conveniente fortaleces aspectos dogmáticos que contribuyan al fortalecimiento espiritual, formación integral, integración familiar, a desechar la corrupción y a respetar los valores éticos y morales como pilares fundamentales de la sociedad. Por eso siempre ha sido y será importante la Doctrina Social de la Iglesia.