Cuando pienso en ella las lágrimas parecerían surgir solas. Su contacto, su presencia, hace que mis ojos se agüen irremediablemente. Y es que, por más trucos que he intentado, jamás he logrado vencerla.

Pensar en su lado doméstico, sin embargo, da más placer que dolor. Porque, si le hablan de cebolla, ¿podría usted sucumbir a su protagonismo en la mesa?

Doloroso es pensar en lo que ella significa en San Juan de la Maguana, donde se sobrevaluó el precio de 198 mil 420 quintales de cebolla, lo que le valió el puesto al director regional de Agricultura, Antonio Ramírez. Tanto Ramírez como otros siete empleados de Agricultura están acusados de intentar estafar al Estado con más de 80 millones de pesos, a través de la compra irregular de cebolla a productores de la comunidad de Vallejuelo, en San Juan.

Este fraude es investigado por la Dirección Nacional de Persecución de la Corrupción Administrativa (DPCA), un organismo que sólo parece funcionar para la denuncia porque ninguno de los casos que recibe pasa de ese punto.

No sé si es falta de voluntad o de recursos pero lo cierto es que con la DPCA pasa lo mismo que con la Comisión de Ética y los organismos afines: son excelentes plataformas para ofrecer empleo a quienes luego no harán nada.

Bien lo sabe el gobierno. Por eso juega sus fichas de una forma en que resulta inescrupulosa. Porque, aunque no lo hemos podido confirmar (en Palacio nunca quieren hablar), el reino del rumor asegura que Ramírez fue nombrado cónsul en Sudáfrica. ¿Lo mandan lejos como premio o para que nos olvidemos de él?