La impunidad

La impunidad

La larga historia de impunidades que se ha producido desde el comienzo de nuestra historia, la nuestra, la de la República, es el origen de la falta de tradición que promueva, respalde y aliente el Poder Judicial para que haya justicia.

Desde siempre los criminales criollos han recibido el respaldo de políticos corrompidos, de guardias abusadores, la complicidad de autoridades eclesiásticas, de personajes de la sociedad civil, del alto comercio, de la cultura.

Así hemos sido, pero ¿debemos continuar trillando ese camino de rosas para los maleantes y de espinas para la sociedad?

¿Cuál es el mensaje que se envía a la juventud, por ejemplo, cuando un muchacho engreído atropella y deja abandonada a la víctima, huye del teatro de los hechos y encuentra respaldo y solidaridad en el seno de su familia que se esfuerza más allá de lo posible para que las autoridades no descubran al victimario?

¿Cuál es el mensaje que se envía cuando se saca del país a un joven drogadicto, con la abierta complicidad de jueces, para que la sociedad no se entere de la falta del pariente quien quiera Dios que sea rehabilitado en el lugar donde haya sido enviado?

¿Cuál es el mensaje que se envía a la juventud cuando uno de sus cantantes, raperos, saltimbanquis que se presentan en escenarios por donde el arte rehusó aposentarse debido a la vergüenza que provocan movimientos, frases, insinuaciones, atropellos a la moral e insultos a la inteligencia?

¿Qué piensan los jóvenes que nacieron, vivieron, se criaron con algunos “matatanes” enganchados a políticos y de hoy a mañana se mudan, compran o construyen viviendas palaciegas, se desplazan en vehículos de lujo y bajan al barrio a exhibir los bienes adquiridos al vapor de la corrupción, el tráfico de influencias, sin que haya ni siquiera una investigación por el súbito enriquecimiento?

¿Qué piensan los jóvenes cuando escuchan noticias o leen periódicos y se enteran de que un militar cualquiera tiene, usa y exhibe relojes de más de 10 mil dólares, vehículos millonarios, mientras militares de su rango malviven del sueldito?

¿Cuál es el mensaje que reciben los jóvenes cuando ven un funcionario de Aduanas o Impuestos Internos que viven nada más que con su sueldo y otros funcionarios de esas mismas dependencias que parecen haber encontrado una mina de oro que explotan con impunidad y permisividad?

¿Y qué decir de militares y políticos cómplices del robo de miles de millones de dólares, mucho de ese dinero depositado en el extranjero y otro convertido en mansiones de lujo y toda la parafernalia de los millonarios hechos al vapor?

¿Acaso los jueces de los tribunales superiores piensan que la impunidad también los cubrirá para siempre?

Este mal tiene más de cien años ¿hasta cuándo lo permitiremos?

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