Reporta Eoin Callan desde Washington
Esta semana, desde los corredores del poder en Washington será posible disfrutar el momento fugaz de la belleza natural, cuando los 3,7000 cerezos donados por la ciudad de Tokio florezcan durante solo siete días.
Antes de que los pétalos cubran el césped, deberá quedar claro si los esfuerzos que están en marcha dentro del Capitolio para conformar una agenda bipartita para la economía internacional tendrán también una vida breve.
La administración Bush tiene hasta el sábado, bajo la autoridad de promoción del comercio fast track, o vía rápida, del presidente para notificarle al Congreso que ya finalizó los acuerdos comerciales pendientes con América Latina y que completó las negociaciones con Corea del Sur.
La fecha tope del 31 de marzo coloca a los negociadores estadounidenses bajo una intensa presión, mientras debaten con los demócratas sus demandas de normas laborales más firmes en los acuerdos pendientes con Colombia, Panamá y Perú.
La política comercial fue señalada, después de la barrida demócrata del Congreso el año pasado, como un área en la cual había potencial para que ambos partidos llegaran a un consenso entre ambos, antes de enfrentarse a problemas internos más difíciles, como la reformas del sistema de salud y la seguridad social.
Susan Schwab, la representante de comercio de EEUU, describió las conversaciones como un diálogo de buena fe con los demócratas y republicanos del Congreso para ver si podemos resolver este espinoso asunto.
Sin embargo, las personas cercanas a las conversaciones dicen que, mientras ambas partes siguen trabajando para alcanzar un punto definitivo de último minuto, hay señales crecientes de que el diálogo está muy tenso.
La Casa Blanca también está tratando de imponer su voluntad sobre los socios comerciales y tiró la toalla el fin de semana en unas negociaciones de un año con Malasia. Los negociadores estadounidenses también tienen que resolver diferencias sustanciales con Seúl en una ronda final de conversaciones de cinco días que empezaron ayer, y que tendrá importantes implicaciones económicas y geopolíticas.
Los cabilderos de los negocios empezaron a calificar su apoyo a cualquier acuerdo con Seúl, diciendo que están incómodos con algunos de los compromisos de última hora que están flotando sobre el acceso de los productos de EEUU y las reglas para la inversión extranjera.
Un importante cabildero que representa a muchas de las mayores compañías y agro-empresas, dijo: Si le damos a los surcoreanos un acuerdo suave, eso sentará un precedente terrible. El respaldo de los cabilderos es decisivo para lograr que los acuerdos comerciales se aprueben en el Congreso, por su habilidad para presionar a los miembros, y en efecto, comprar votos.
Los cabilderos de los negocios también están complicando las conversaciones entre republicanos y demócratas, con las expresiones de compañías desde Caterpillar, hasta New Cork Life, sobre los inconvenientes de la inclusión de las normas internacionales de trabajo vinculantes en los acuerdos comerciales.
La administración presentó una propuesta de compromiso que incluye normas internacionales, pero protege a EEUU de los retos a sus propias leyes laborales.
Líderes demócratas rechazaron la propuesta, que alegan está escrita de tal forma que hace imposible hacer valer las normas internacionales, que incluyen el derecho a organizar y prohibir las peores formas de trabajo infantil.
Un ex funcionario de la administración dijo que la propuesta de la Casa Blanca está diseñada para quitarse a los demócratas moderados, pero que el partido ha demostrado una unidad considerable.
Charles Rangel, un destacado demócrata moderado en asuntos de comercio de la Cámara de Representantes, dijo: Aquí no habrá capitulación.
Max Baucus, presidente del comité de finanzas del Senado, también apoya a los demócratas de la cámara.
Esta semana, Rangel presentará a la administración una nueva serie de propuestas que han sido refrendadas por Nancy Pelosi, presidenta de la cámara.
Pero se espera que el documento político añada una serie de demandas que tienen la oposición de los republicanos y cabilderos de los negocios, como normas ambientales más fuertes y el derecho a acceder a los medicamentos vitales para los países en desarrollo.
No lograr un acuerdo definitivo esta semana sería un fuerte golpe para la política de comercio del presidente George W. Bush e incrementaría la probabilidad de que cualquier acuerdo bilateral que envara al Congreso para ser aprobado durante los últimos dos años que le quedan en el cargo resultara derrotado.
Los negociadores de comercio de EEUU han dejado claro que, de todas formas, seguirían impulsando los acuerdos comerciales, concluidos el 31 de marzo la fecha límite para darle al Congreso el aviso de 90 días requerido para la legislar sobre la vía rápida.
Pero mientras miren al exterior desde los recintos donde negocian esta semana, al mar de pétalos rosados, es muy probable que sepan que esta situación podría no volver a presentarse, y que la perspectiva ya distante de un valioso acuerdo comercial con Tokio será mucho más imprecisa. (Trad. IPC)
VERSION IVAN PEREZ CARRION