La inclinación adictiva

La inclinación adictiva

Un primo tiene una novia europea, y como es usual cuando hay relación con una persona extranjera, se pasea por las zonas turísticas del país.

En los viajes, la novia quedó sorprendida por la cantidad de gente que en los poblados deambulaba en las calles, a su juicio, sin hacer nada. Él, por su parte, contaba las bancas de apuestas que encontraba por doquier.

De repente recibí una llamada del primo que recurría a mí como socióloga para que le explicara por qué en un país pobre como República Dominicana había tantas bancas de apuesta. Me dijo que en varios lugares encontró incluso cuatro bancas en la misma intersección, es decir, una en cada esquina.

Lo noté atribulado e imagino que no habrá sido fácil explicar las observaciones a su novia francesa. Titubeé en la línea telefónica antes de dar respuesta, pues no siempre se tiene una explicación sociológica a manos.

Rápidamente ordené razones en mi cabeza y comencé a ofrecer explicaciones de la proliferación de bancas en República Dominicana. Mi hija, que estudia ciencias políticas y economía, escuchaba la conversación y asentía o disentía de mis explicaciones moviendo la cabeza de arriba abajo, o de izquierda a derecha, dependiendo si le gustaba o no lo que decía.

Terminó la conversación telefónica y el tema de las bancas se esfumó de mi mente. Pocos días después leí en el periódico HOY (16-11-10) un reportaje sobre las bancas basado en entrevistas a la antropóloga Tahira Vargas y al sociólogo Radhamés Mejía.

El reportaje indicaba que en República Dominicana hay alrededor de 30 mil bancas de apuesta.

Según Tahira Vargas, una razón para la abundancia de bancas es la incertidumbre que produce en la población la incapacidad del Estado para ofrecer servicios públicos; y esto no es exclusivo de los pobres, también juega la clase media.

Para Radhamés Mejía, tantas bancas contrastan con las escasas oportunidades de los jóvenes para obtener mayor educación y trabajos, y a la vez, las bancas envían el mensaje de que para alcanzar éxito no es necesario educarse y trabajar.

No tengo desacuerdo con esos planteamientos. Es cierto, cuando hay escasas oportunidades de estudios y trabajo la gente se siente insegura y recurre a otras opciones en busca de certeza, o como mecanismo para generar cierta ilusión de bienestar en sus vidas.

De todas maneras, seguí pensando en el tema y recordé la conversación telefónica con el primo. Entonces me dije, el juego es una adicción y la inclinación adictiva es fuerte en los seres humanos independientemente de la clase social y otras razones.

Unas adicciones se enfocan en actividades positivas, como la entrega al activismo para la mejoría comunitaria, o al trabajo profesional, o la lectura, Otras adicciones son negativas, como a las drogas, al alcohol o a la lotería.

Son negativas porque, aunque pueden producir satisfacciones personales, con frecuencia debilitan física y emocionalmente a los adictos, y tienen un impacto negativo en la colectividad, sea familiar o más amplia.

Pienso que en República Dominicana se reducirán las bancas de apuesta cuando la población, en sentido amplio, encuentre actividades positivas para canalizar la inclinación adictiva. En eso ayudaría mucho un mejor sistema educativo y mejores opciones laborales. Pero combatir la adicción depende fundamentalmente de una decisión personal.

Como estamos en tiempo navideño y fin de año cuando la gente hace promesas de cambio, la ocasión es favorable para reflexionar sobre los vicios que hacen estragos en la vida de los adictos y en el entorno social.

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