La inconformidad
con el gobierno

La inconformidad <BR>con el gobierno

Los resultados de la última encuesta Gallup-HOY, ha servido para darle al país una panorámica de los sentimientos nacionales con la situación actual, manifestándose en una inconformidad de cómo el gobierno del PLD conduce los destinos nacionales, ignorando hasta más no poder a los gobernados.

Ha sido un regalo navideño muy significativo, que debería servir de reflexión de quienes, en un pasado reciente, se vendieron como los más capaces para gobernarnos con equidad y honestidad.

Todo se le derrumbó a nuestros gobernantes, a la luz de los resultados tan interesantes de la encuesta, que pudiera servir de inicio de rectificaciones de políticos, que si no estuvieran tan atrapados por la codicia, algo se lograría para enderezar el rumbo.

En los dominicanos que no disfrutan de empleos, nominillas, botellas, desde los cónsules que nunca van a sus destinos hasta los que reciben un cheque en sus casas por su militancia peledeísta, hay una variedad de inconformidades, aun cuando tal es la conducta criolla de quejarnos de todo y afirmando que el país se derrumba, aun cuando lo digamos en medio de apetitosas comidas o bebidas.

Partiendo de esa tesis de la tradicional queja del dominicano, de que todo está mal, es que los políticos nunca le hacen caso al sentir popular. Pero ahora, ante la contundencia de la encuesta Gallup-Hoy y las manifestaciones que se han producido en torno al justo reclamo de que se respete la ley de la asignación del 4% del PIB al presupuesto anual de Educación, es que ha ocurrido un sacudimiento en la ya tradicional prepotencia y engreimiento de los funcionarios.

Ahora, en estos días navideños, donde se mezclan las fiestas y las reuniones de familiares y de amigos, quizás los funcionarios se vean obligados a reflexionar y hasta conceptualizar acerca de cómo la gran masa de gobernados se sienten burlados, engañados y frustrados por sus actuaciones, que no quieren ver ni oír nada que les perturbe su peculiar accionar, para ser cada vez más ricos y opulentos.

Ya el pueblo está hablando.

Su inconformidad se manifiesta de manera muy civilizada y avanzada para la tradición criolla de las montoneras, desórdenes y de violencia cívica. Ahora, el pueblo se lanza por manifestaciones pacíficas pero firmes y demostrativas de que es necesario reconocerle, al pueblo, sus derechos.

El gobierno, prepotente y sordo, debe escuchar y respetar el sentir de una nación que ya en el pasado le dio un voto mayoritario a sus autoridades, lo cual no es razón para hacer desde el poder lo que les venga en ganas, atropellando la pasividad de un pueblo, el cual está más dispuesto al llamado de estos tiempos navideños de compartir, reencontrar amigos y familiares y olvidarse de tantas calamidades que los agobian.

Existe una inconformidad extendida. Esa reacción es parte de la conducta típica de los dominicanos, pero ninguna autoridad, por más encumbrada que se considere y que nadie la hace estremecer, debería, si sabe conceptualizar, que al desaparecer el embrujo donde se admiraban las cualidades y notables dotes de conciliar, de repente se ha esfumado la careta de genialidad.

Por consiguiente, es necesario durante las festividades navideñas, reencontrarse con el pueblo, actuando muy distinto al presente accionar del despilfarro y corrupción desmedida.

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