La increíble historia del conde de Nepura

<P>La increíble historia del conde de Nepura</P>

En el reino del Bosque Caprino, una monarquía caribeña con increíbles singularidades, había un problema. Eran las velas. El rey había privatizado la fábrica de velas, pues era harto conocido que todos los antiguos administradores robaban cera, parafina y mechas, truqueaban los números, empleaban familiares y queridas y terminaban quebrando la fábrica, con la consiguiente secuela de escaseces de velas, velas de mala calidad, velas con menor peso al que decía la etiqueta y a veces hasta velas sin mecha, que en las oscuras desveladas noches del reino parecía una burla al irritado pueblo.

Los súbditos aplaudieron al rey cuando privatizó la fábrica de velas. Inversionistas privados trajeron al país millones de dinarios, modernizaron la fábrica y en poco tiempo había velas de excelente calidad y precio. Pero dentro del círculo real algunos cortesanos boicotearon la privatización desde su inicio.

Les salía por los poros la influencia de su formación marxista, que había sido con el mentor del monarca, un viejo cuentista apreciado por su honestidad y su defensa de los pobres sin contemporizar con la oligarquía. Los más aprovechados discípulos del viejo nunca entendieron la superioridad del capitalismo.

El rey, que llegó a rey precisamente porque sabía distinguir entre la nube retórica que envolvía a su mentor y las realidades prácticas, estuvo desde el principio abrumado por las presiones de los miembros de su corte, quienes pese a su coronación lo seguían viendo como uno más de los discípulos aventajados del viejo escritor de cuentos. La política en el reino del Bosque Caprino era tan enredada como un plato de fettuccini.

Pues resulta que para complacer a su propia exigente corte, el rey puso la fábrica de velas en manos del Conde de Nepura y he ahí que fue la debacle. Nepura confundió las velas con la luz y creyéndose dueño de ella sumió al reino en una oscuridad sin precedentes. Sus áulicos susurraban a su oído “debes tú ser rey” y él les creyó. Y trajo a sus parientes a fabricar velas y comenzó a faltar cera y otra vez escaseaban las mechas. Y los inversionistas privados huyeron despavoridos, pues por más velas que produjesen y vendiesen nunca las cobraban.

Hoy el rey no sabe qué hacer. El reino está a oscuras. Nepura desafía a la corte. Hay desconcierto en el reino…

Publicaciones Relacionadas

Más leídas