La independencia de Escocia se topa con el bolsillo a un mes del referéndum

La independencia de Escocia se topa con el bolsillo a un mes del referéndum

LONDRES. Los partidarios de la independencia de Escocia tienen un mes para apelar al corazón de los votantes y hacerles olvidar el dinero, el principal desafío para invertir unos sondeos que les son muy desfavorables ante el referéndum del 18 de septiembre.

«¿Debe ser Escocia un país independiente? Sí-No». Unos cuatro millones de votantes -todos los residentes legales en la región mayores de 16 años, aunque sean británicos de otras regiones o europeos- tendrán la oportunidad de pronunciarse sobre la salida del Reino Unido.

El gobierno regional celebrará el lunes su última reunión de gabinete antes del referéndum y el 25 de agosto tendrá lugar el acto con mayor potencial para convencer a indecisos: el segundo y último debate entre el líder independentista y primer ministro escocés Alex Salmond y el jefe de campaña de los unionistas, el exministro de Economía británico Alistair Darling.

Los sondeos se muestran imperturbables desde hace dos años, cuando se convocó el referéndum, y siempre han dado la victoria al «no». Según una media de todas las encuestas que realiza el diario Financial Times, el 46% de los votantes se opone a la independencia y el 36% la apoya, con un 16% de indecisos.

La oposición a la independencia es especialmente alta entre las mujeres y los jóvenes. Un sondeo publicado el jueves en el diario escocés The Daily Record eleva a 50% el porcentaje de mujeres votantes que se oponen a la secesión.
Para la diputada laborista del parlamento escocés Jackie Baillie, contraria a la independencia, «cuanto más consideran las escocesas las consecuencias de la separación sobre nuestra libra, las pensiones y los servicios públicos, más dicen ‘no, gracias’ a la independencia'». Alex Salmond, jefe del gobierno regional y líder de la campaña independentista, «está tan obsesionado con romper con el Reino Unido que no ve los riesgos de la separación.

Las mujeres de Escocia sí», agregó. Nicola Sturgeon, vicepresidenta del gobierno regional escocés de Salmond, rechazó de plano esa idea. «Creemos que las mujeres votarán ‘sí’ el mes que viene porque es nuestra oportunidad de proteger la sanidad pública de las privatizaciones de Londres, crear más trabajos y proteger las guarderías en vez de derrochar miles de millones de libras de los impuestos de los escoceses en armas nucleares».

Desde que Salmond no pudo contestar en un debate qué moneda usaría la Escocia independiente si Londres no le dejaba seguir utilizando la libra esterlina, tal y como él pretende, el debate ha quedado circunscrito, todavía más, a temas económicos.

Los independentistas aseguran que el whisky y las reservas petroleras del mar del Norte serán suficientes para mejorar el nivel de vida de los escoceses. Los economistas no se ponen de acuerdo pero los votantes parecen haberse hecho una idea.

«Si funciona, no lo manosees», dice sobre el Reino Unido la escocesa Mary Dickie, una profesora jubilada de 69 años. Dickie dijo que además está harta del discurso «Braveheart, y todo eso» de los independentistas, refiriéndose a las apelaciones a la figura del guerrero medieval William Wallace, que venció a los ingleses y acabó siendo descuartizado en Londres, justo en el lugar en el que hoy se levanta el mercado de carne de Smithfields.

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