La industria del marketing, la publicidad y los medios de comunicacion

La industria del marketing, la publicidad y los medios de comunicacion

El presente artículo fue publicado en noviembre del año pasado. En razón de que los resultados de las elecciones nacionales recién concluidas son tan reveladores, lo reproducimos para que se vea que los errores en marketing político guardan mucha similitud con los que podrían cometerse en el marketing comercial. /D. R.

HIPOLITO, IMAGEN Y GOBIERNO

En esta era en que la información y la imagen pública se constituyen en componentes esenciales e insoslayables que pavimentan el camino hacia el logro de los objetivos que se planteen, no importa el ámbito ni la dimensión en el que estos se establezcan, es sumamente crítico y penoso lo que ha venido aconteciendo en el entorno gubernamental y político con la imagen personal y corporativo institucional del señor Presidente de la República y su equipo de colaboradores y asesores.

Luego de haber hecho manifiesta y públicamente su propuesta de mantenerse en el poder mediante la repostulación como candidato de su partido más allá del término de sus actuales cuatro años de ejercicio gubernamental y teniendo esto definido como objetivo a alcanzar por su tendencia política dentro del Partido Revolucionario Dominicano, se ha podido comprobar que los pasos estratégicos que se requieren para llegar a esa meta, por lo menos hasta el momento, han resultado ser totalmente contraproducentes para las gestiones que se encaminan en este sentido.

Las dificultades por las que ahora está atravesando el Presidente y su gobierno pudieran ser comparados a lo que ocurre con un determinado producto en el campo del mercadeo y la publicidad cuando éste, mediante la venta inicial de sus atributos, beneficios y valores, logra persuadir y convencer a una abrumadora mayoría de los potenciales consumidores a los cuales va dirigido, quienes lo prueban inicialmente y se encuentran con que después de consumirlo no han podido satisfacer las expectativas que lo indujeron a la adquisición del mismo.

En consecuencia la imagen del producto se deteriora ante ese consumidor con el inconveniente de que mientras más atención se haya prestado en principio a su elaboración, presentación, empacado, distribución y promoción, más profundamente se manifiesta la frustración y el desencanto llegando hasta el límite de rondar las fronteras del rechazo a la posibilidad de adquirirlo y consumirlo por una segunda vez.

En el campo puro del mercadeo de un producto una situación similar representaría un grave dolor de cabeza para sus estrategas y promotores, teniendo estos muy pocas posibilidades de salvarlo, a no ser dándole un dramático giro al conjunto de los componentes que dieron configuración a su perfil y posicionamiento a su marca en la mente de los usuarios a los cuales haya sido expuesto.

En lo que concierne específicamente a Hipólito Mejía y la imagen corporativa institucional de su gobierno, la solución a sus problemas de posicionamiento como «producto» pasible de ser revendido a un público que a todas luces parece entender que para prueba una sola vez es suficiente, reside en adoptar las mismas directrices que se imponen en el sector comercial. Olvidar todo lo que hasta ahora se ha constituido en la «marca de fabrica» de su gobierno y que le ha creado la «mala imagen» que se interpone ante sus deseos de ser «probado» por segunda vez. Re elaborando la configuración de su gobierno, cambiando la parte esencial de sus componentes, creando en consecuencia un entorno de confianza y credibilidad en las propuestas y promesas que se presenten a la consideración del pueblo que debe consumirlos en el mercado electoral de mayo venidero.

Solo así tendría una mínima posibilidad de superar las múltiples dificultades que están haciendo cada vez más difícil la posibilidad de que la población lo pruebe de nuevo como producto que durante los últimos tres años, muchos entienden, les ha sabido solo a amargura y permanente frustración.

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