La industria del queso en apuros

La industria del queso en apuros

Los productores de quesos del país necesitan que el Gobierno los auxilie. Las importaciones masivas de este producto, estimuladas por la caída internacional de los precios de los lácteos, han colocado en desventaja a los criollos, que no pueden competir en su propio mercado con sus pares extranjeros beneficiados con costos más bajos, y por demás, subsidiados. Y los regímenes arancelarios de tratados comerciales como el DR-Cafta y el Acuerdo de Asociación Económica con la Unión Europea achican sus posibilidades competitivas.
Una fórmula de ayuda que sugiere la Asociación Dominicana de Hacendados y Agricultores es que el Gobierno dominicano adquiera parte de la producción de quesos y la incorpore a sus planes sociales, incluyendo la alimentación escolar. Ese modelo de subsidio lo practica el Gobierno de los Estados Unidos, el mismo que censura que otros países subsidien a sus productores o los protejan de la bancarrota de alguna manera.
Es necesario que el Gobierno y los productores de lácteos analicen minuciosamente la situación para diseñar medidas de protección que eviten el desplome del sector por la presión de productos importados con los que no hay manera de competir. Hay que tomar en cuenta que la movilidad económica de vastas regiones del país depende principalmente de la producción de lácteos.

Violencia como pan nuestro

El numero de feminicidios cometidos en lo que va de este año ya superó los 60 que se habían registrado al cierre de agosto. No bien entró el segundo día de septiembre, cuando se sumaban otras cuatro mujeres, tres de ellas de una misma familia, que fueron asesinadas en Santo Domingo Este por un hombre lleno de ira. Si algo refleja la tendencia creciente del número de sucesos de este tipo, es que nuestro país ha sido incapaz de articular medios para frenar el ejercicio de la violencia como si fuera una especie de consigna.
Está fresco el caso de otro hombre que después de asesinar a su pareja se fue a una gallera a jugar y apostar. La violencia parece multiplicarse, en vez de disminuir, y la sociedad, que ha perdido la capacidad de asombro, parece asumir la cuestión como cosas del diario vivir. Vamos muy mal.

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