Aunque se han editado tres o cuatro textos referenciales sobre el negocio, la bibliografía de la publicidad en el país no alcanza nivel de profundidad histórica.

La publicidad nuestra, justo es reconocerlo, es relativamente joven. Se considera el surgimiento del negocio en el año 1964.

Empírica en principio, improvisada después, la publicidad se fue adaptando a las necesidades del comercio y la industria local.

Se podría afirmar que la publicidad profesional logra asentarse aquí a finales de los años 60, con la creación de las primeras agencias y la incorporación de un staff de talento nativo.

De grata recordación son las primeras ‘campañas’ diseñadas por el poeta René Del Risco Bermúdez – ido a destiempo – y las creaciones de Milton Peláez, Yaqui Núñez, Freddy Ginebra y Nandy Rivas, entre otros, sustentadas en pasajes y costumbres vernáculas.

Debe recordarse que durante la década de los sesenta todavía la mentalidad del “anunciante” había evolucionado muy poco.

Existían supermercados y tiendas por departamentos, pero no tenían el volumen de negocios de los actuales, y el sector servicios carecía de competencia.

Según testimonios que he recogido en el pasado, los empresarios se mostraban renuentes a invertir en un renglón que para ellos no representaba un retorno rápido.

La expansión de la industrial y la actividad comercial, hacia finales de los años setenta, impulsó el negocio publicitario.

Es una historia interesante la que trató sucintamente hoy, pero prometo volver pronto sobre el tema, pues hay que resaltar el desarrollo que ha tenido la industria publicitaria.