La industria turística ante la crisis financiera internacional

La industria turística ante la crisis financiera internacional

A pesar de la creciente incertidumbre en el ámbito financiero internacional, la Organización Mundial del Turismo (OMT), a través de su Secretario Adjunto, el señor Taleb Rifai, declaró recientemente que “el turismo mundial no se detiene a pesar de la crisis económica”. Y reconoce que si bien existe una desaceleración en los flujos en comparación al año pasado, el mercado turístico, de enero a abril del presente año, la industria se mantiene relativamente estable.

Por lo que parece ser, hay quienes son más optimistas y pretenden negar que la crisis financiera influya sobre las reservas turísticas en diferentes destinos. Me imagino que este optimismo de la Organización Mundial del Turismo se basa en que aún no se puede evaluar lo que la crisis financiera internacional pueda significar para la  industria,  pues todavía es muy pronto para recibir los impactos económicos negativos que se asocian a dicha crisis.

Que me disculpe el  señor Secretario Adjunto de la OMT, pero no comparto su optimismo (ojalá equivocarme), pues siendo el turismo una actividad que está íntimamente vinculada a  cambios políticos, económicos y sociales, en mayor o menor medida,  entiendo que, en efecto, la industria recibirá el impacto de esta amarga crisis financiera, que según expertos economistas nacionales e internacionales es de gran alcance y graves consecuencias mundiales.

A mi entender, existen dos factores de gran peso que las autoridades turísticas de la OMT soslayan: el primer factor es la crisis actual por la que atraviesa el transporte  aéreo – medio más comúnmente utilizado por los turistas-.  Según señala  un informe de la Guía Oficial de Aerolíneas (siendo  sus siglas en inglés OAG), del mes de agosto del presente año, las aerolíneas  recortarán un total de 59.7 millones de asientos entre el período comprendido octubre/diciembredel presente año, lo que supondría una caída de un 7% de número de vuelos  y de su capacidad de asientos, en comparación con el mismo período del pasado año 2007.  Esta suspensión se produce debido a los altos precios del petróleo y la recesión económica mundial. El informe señala también que la crisis no sólo afectará a las aerolíneas, y por consiguiente a los pasajeros, sino también a los aeropuertos.  Y yo agregaría, a aquellos países eminentemente turísticos, pues un recorte de la capacidad de transporte se refleja en menor cantidad de turistas llegados.

El segundo factor que cabe mencionar, es la recesión económica que toda crisis financiera conlleva. Una  recesión económica reduce el poder adquisitivo de los  ciudadanos, disminuyendo, por tanto, su calidad de vida.

Cuando una persona se ve obligada a planificar sus gastos debido a una situación anormal, la prioridad de sus ingresos serán dedicados principalmente a vivienda,  alimentos, educación, vestimenta y posibles ahorros.  Su última necesidad, evidentemente, serían los viajes vacacionales, y en caso de poder realizarlos, trataría de  que fueran en la forma más económica posible.

Desde hace  algunas  décadas la República Dominicana ocupa un lugar destacado entre los países caribeños receptores del turismo internacional. Su infraestructura turística actual y futura son, y pretenden continuar siendo,  inversiones millonarias, lo que ha demostrado con creces  su capacidad de generar empleos, así como su gran efecto  multiplicador (ya actualmente ningún dominicano duda del turismo como factor potenciador de la economía).

Todo esto nos debe llevar a sobre-reaccionar (sin sonrojos) ante la incertidumbre que se cierne sobre el futuro de esta importante industria a causa de la calamitosa situación por la que atraviesa la economía mundial.  Nuestra primordial tarea debería ser poner todo nuestro empeño, conocimiento y unidad en prepararnos con un verdadero plan de contingencias.

Este plan de contingencias podría incluir -además de una agresiva campaña promocional, como tengo entendido se está planificando por las autoridades turísticas- algunas de las siguientes ideas: la exploración de nuevos y potenciales mercados basándose en un verdadero análisis de los mismos que nos permita  diversificar  nuestra oferta turística, tal  como sería el  turismo de lujo, sin abandonar el turismo “todo incluido”, el turismo cultural, educativo y de salud; abrir, asimismo, un capítulo al turismo de cruceros, ofreciendo una mayor atención y apoyo a esa actividad, que si bien es cierto que la mayoría de estos visitantes no pernoctan en nuestros hoteles, es un  turismo que deja divisas al país; incentivar de igual manera al turismo nativo, a través de precios, sin agiotismo, y con igual servicio de calidad que a un turista foráneo.

No  perder de vista en este plan, el capítulo de impuestos dirigidos al sector (buscando la forma de disminuirlos), así como a los carburantes de las aeronaves, que podrían redefinir su aplicación, aunque sea por tiempo definido;  y  por último, pero no menos importante,  aprovechar las circunstancias para desarrollar de una vez por todas un   verdadero “turismo sustentable” que permita el uso eficiente de los recursos naturales, a la vez que beneficie a toda la población.

Con estas y otras opciones en un plan profesionalmente desarrollado estaríamos debidamente “blindados” lo cual nos permitiría, a mi humilde parecer, enfrentar en los  meses venideros una posible reducción del turismo a nivel local e  internacional.

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