La inexorable historia

La inexorable historia

Uno de aquellos domingos, en la década del cincuenta del pasado siglo, mientras visitaba al padrino de mi esposa, el ex presidente José Bordas Valdez, en su rancho de Los Alcarrizos, donde vivía condecorado con la orden de honor de la pobreza y rodeado solamente por menesterosos campesinos, éste me dijo: «Lilís era un muchacho que andaba por las calles de Puerto Plata con una batea sobre la cabeza vendiendo jalaos».

Una vez más advertí que el dominicano no conoce su verídica historia y como nadie puede amar algo que no conozca, al margen de una idea, y siendo la patria, además de ideal, seres vivientes, agua, tierra, bosques, valles y montañas, natural es que no podamos amar, por culpa de la ignorancia, a nuestra patria.

Después de ajusticiado Trujillo, el 30 de mayo de 1961, diversos sectores crearon la llamada patriótica Unión Cívica Nacional. Aquella ideal paloma creció, en la imaginación de nuestro liberado pueblo, hasta convertirse en un coloso que cuando abría sus alas llenaba de sombras a todo el territorio nacional. Esos mismos sectores crearon el Consejo de Estado y traicionaron el juramento que hicieran ante el Altar de la Patria, de jamás convertirse en partido político. El pueblo dominicano no perdona a los traidores.

De ahí que Juan Bosch derrotara, en las elecciones de diciembre de 1962, a la poderosísima Unión Cívica Nacional.

Derrocado, a los siete meses de haber iniciado su mandato, el gobierno de Juan Bosch, el cual era incuestionablemente honesto y pleno de nobles propósitos, las mismas fuerzas que dieron nacimiento a La Unión Cívica Nacional y al Consejo de Estado, impusieron el Triunvirato. Todo lo anterior produjo, en medio de un naciente odio social, lo que conocemos como la revolución de abril del 65 y con ella, la ignominiosa y, para algunos, celebrada ocupación de nuestro territorio por tropas extranjeras.

Tras ésta ocupación y como consecuencia de la misma, se produjo el retorno al poder del doctor Joaquín Balaguer al frente del Partido Reformista y posteriormente continuó al frente del gobierno con el Partido Reformista Social Cristiano, a los cuales se anexaron fuerzas creadoras de la patriótica Unión Cívica Nacional.

En diciembre de 1973 sale del P.R.D. el profesor Juan Bosch y nace en 1974 el Partido de la Liberación Dominicana con el ideal y expreso propósito de continuar la obra iniciada por los Trinitarios. Por ser aquél el genuino designio de su creador, quien además conoce a profundidad la formación social dominicana, lo organiza como un partido de organismos, único en América, y el cual asume como a su doctrina el boschismo. De acuerdo a ella, todo aquel que aspirara a formar parte del Partido de la Liberación Dominicana tendría que pasar por unos círculos de estudios, cuidadosamente diseñados, que les abrirían las puertas capaces de poder conducirlos a la categoría de ciudadanos y sería a partir de ése momento que podrían aspirar a ser miembros del Partido de la Liberación Dominicana, quedando convertidos en líderes del mismo, el cual tendría por meta convertir al territorio dominicano en una nación civilizada y justa, y a sus habitantes en ciudadanos.

Y como una reafirmación de ese noble e inquebrantable propósito, Juan Bosch sentencia: «Lo que los fundadores del PLD quisimos hacer desde el primer momento fue un partido de líderes, de eso que otros llaman cuadros, propósitos que no hemos abandonado ni por un minuto y que la dirección del PLD no deberán abandonar nunca porque de abandonarlo lo hará al costo del desprecio de las generaciones venideras».

Perdida toda la salud orgánica de Juan Bosch, y con ella la pérdida de su otrora colosal cerebro, nuevos jerarcas quedan al frente del P.L.D. y este partido, traicionando los principios y objetivos que le dieron origen, tal como anteriormente habían hecho los cívicos con la patriótica Unión Cívica Nacional, quedó convertido en un partido de masas.

Esa acción, huérfana de todo noble objetivo, explica sus dos siguientes derrotas electorales, aún estando en el disfrute del poder y nos indica, también, porqué las fuerzas creadoras de la Unión Cívica Nacional son hoy fuerza impulsora del PLD.

El. P.L.D. había llegado al poder en 1996 y cumplió sus ejecutorias como lo hacen los partidos de masas. Y así se produjo un aumento masivo en las listas de nuevos espurios millonarios, pues recorrieron en sus acciones y con sus pasos, las huellas que habían dejado a su paso anteriores gobiernos.

Hoy, ante tantos hechos repetitivos de idéntica y aberrante naturaleza, nada debe sorprendernos que la inmensa fortuna acumulada por Trujillo haya desaparecido en medio de uno de nuestros mayores latrocinios de Estado.

Aquellos fabulosos bienes fueron transferidos al Estado, para que según yo propusiera en un artículo aparecido en el periódico El Caribe de fecha 3 de diciembre de 1961, copio: …para que sus cuantiosos beneficios sean devueltos, en obras de utilidad publica al «noble y sufrido pueblo dominicano».

Esta propuesta nuestra, mientras hincábamos espuelas sobre los ijares de Rocinante, se cumplió y su resultado fue la desaparición de aquella extraordinaria riqueza, sin que uno solo de sus usurpadores hubieran ido presos, pues resulta que también le robaron a Trujillo algo que sólo él tenía en nuestro territorio: impunidad.

Sobre la República Dominicana soplan agoreras brisas similares a las del 1965, en medio de un creciente, e irresponsablemente alimentado, odio social. Es por eso que abandono mi silencio y vuelvo a hincar espuelas sobre los ijares de Rocinante. Pero en esta ocasión la magnitud de esos vientos dejan muy chiquiticos a todos los anteriores.

Hoy, mientras cosechamos lo sembrado durante 43 años y ante los hechos cumplidos, nos queda un sólo dilema: la sensatez o la hecatombe. Pero para que impere con la necesaria firmeza la primera, habríamos de hacer desaparecer de raíz nuestra soberana hipocresía.

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