La inflación mundial no da brecha, en marzo batió récord en Estados Unidos, la zona euro, México y Chile, para citar algunos países. Nuestra economía no escapa a la escalada vertical global que se inició hace un año por subida del petróleo y alimentos, en marzo la inflación interanual se disparó en 9.0%, una cifra muy alta, acumulando 21 meses por encima del objetivo de 4%.
Más de la cuarta parte de la inflación es importada, se origina fuera de nuestras fronteras, por las comidas y bebidas no alcohólicas en marzo pagamos 11.6% más que doce meses atrás, y 12.6% más por transporte terrestre en moto concho, carro público y autobús, y servicios de reparación de vehículos.
La buena noticia es que desacelero la inflación por segundo mes consecutivo, marco 0.67%, veinticinco décimas porcentuales menos que en febrero, no obstante el aumento de las materias primas agrícolas en el mercado internacional que se trasladó a las comidas, bebidas no alcohólicas, bienes y servicios diversos, restaurantes y hoteles, transporte por alza del petróleo, grupos que explican más de 86% de la inflación de marzo.
El problema es que cuando crece más que los sueldos el bolsillo de los consumidores pierde poder compra, de hecho, se redujo 15% contando desde junio 2020 cuando la inflación mensual paso de negativo a positivo a marzo 2022.
En el periodo, el precio del barril de petróleo WTI se multiplico 2.6 veces, de US$39.27 a US$100.28, y como nuestra estructura productiva es intensa en el uso de los combustibles, con un peso relativo elevado del cemento y la construcción, transporte por carretera, turistas y visitantes, explica que la factura petrolera alcanzara 4% del PIB y 1.9% el consumo de gasolinas, gasoil y glp en 2021.
Le invitamos a leer: Dos datos que urgen a actuar contra la inflación en el país
En 1984 consumimos 1,385 barriles de combustibles por millón de dólares de PIB, la dependencia se redujo a 966.8 barriles en 2010 y a 717.8 barriles en 2021, es decir, nos tomó 27 años aumentar la eficiencia energética petrolífera en 48.2%. Cuando el precio del barril de combustibles aumenta fuerte y sostenido al mismo tiempo reduce el crecimiento del PIB real y aumenta la tasa de inflación en países importadores netos como nosotros, los llamados efectos de primera ronda que se acumulan en dos años.
Si en 2022 pagamos un precio medio de US$90 en lugar de US$55.25 como en 2021, aumenta 63%, la pérdida acumulada de crecimiento del PIB real por deterioro de la relación de intercambio por el peso de las importaciones de combustibles en el PIB seria 2.52% (4% x 63%), y 1.20% (1.9% x 63%) la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores por mayor inflación derivada del consumo de gasolinas, gasoil y glp como porcentaje del PIB. Es decir, 1.26% y 0.60% del PIB promedio anual, respectivamente.
En suma, tener que pagar 63% más por el barril de combustibles podría implicar recorte del crecimiento del PIB y sumar décimas a la inflación en 2022, por lo que para limitar los efectos potenciales el gobierno subvenciona el consumo de combustibles y elimina aranceles a las importaciones de alimentos básicos, y el Banco Central actúa de manera quirúrgica con políticas precautorias que evitan mayor erosión de la capacidad de compra de las familias.