Por ley doble es la obligación del Banco Central mantener estables los precios y preocuparse por el crecimiento y el empleo.
Desde hace tiempo persigue la meta de una inflación interanual de 4.0 por ciento, con un rango de tolerancia de más o menos un punto porcentual, objetivo que alcanzó en 2020 cuando el Índice de Precios al Consumidor (IPC), asociado a la nueva base referencial, cerró con un aumento interanual de 4.63 por ciento.
Más de la mitad del aumento del IPC, que refleja cómo evolucionó la carestía de la vida imputando distintas cuotas o pesos porcentuales a los diferentes productos y servicios, se debió al incremento de precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas y del transporte, por el parón de la producción obligado por la cuarentena contra la pandemia.
Los datos de precios acreditan el veredicto de que no ha sido inflacionaria la política que redujo el costo del dinero y aumentó la liquidez en un volumen sin precedente en nuestra historia monetaria, y que fue efectiva para evitar la brusca reducción del gasto privado y con ello un mayor desplome del consumo y la inversión, ahuyentando los fantasmas de la brutal recesión que golpeó a la mayoría de los países de la Región.
Otro indicador que apoya lo que acabo de afirmar está en la llamada inflación núcleo o subyacente que descuenta el precio de los combustibles y de los alimentos. En diciembre subió hasta 4.77 por ciento en tasa interanual.
El moderado aumento, en el rango meta y muy por debajo de la media de la Región, sugiere que en la economía no existen presiones inflacionarias, no hay necesidad de hacer cambio en la hoja de ruta de la política monetaria, ha sido certera, por lo que en 2021 el precio del dinero seguirá barato y accesibles los préstamos en pesos para las familias y empresas.
Los estímulos monetarios bien pensado a que me refiero, los cuales evitaron el bache fuera mayor y dio inicio a la recuperación de la economía, son la reducción de la tasa de interés de referencia del Banco Central en 150 puntos básicos, de 4.50% en febrero a 3.00 por ciento anual en diciembre de 2020.
Para reducir el incentivo de los bancos comerciales a acumular y aparcar excedentes de liquidez en el Banco Central, se redujo la tasa de interés de facilidad de depósito de 3.00% a 2.50% anual. Y para que tomaran prestado un mayor volumen de dinero en el Banco Central y lo canalizaran a familias y sectores productivos, se redujo la tasa refinanciación de 6.00% a 3.50 por ciento anual.
Como resultado de los recortes de tasas de interés y del extraordinario aumento de la liquidez para prestar, la tasa activa promedio de la banca múltiple, la que cobran a los usuarios, se redujo en 348 puntos básicos, de 13.39 por ciento en marzo a 9.91% en diciembre 2020, animando a hogares y empresas a consumir y a invertir más.
Sectores que están enhorabuena, porque además redujeron la carga de intereses al poder cambiar deudas caras por baratas, los bancos comerciales abrieron el grifo, con cargo a fondos facilitados por el Banco Central prestaron RD$147.382 millones. computados al 24 de diciembre 2020, cifra equivalente a más de 3.0% del PIB.