La inflación es un fenómeno mundial. En Estados Unidos subió a 7.5% en enero respecto al mismo mes de 2021, la mayor cifra desde hace cuarenta años, en la zona euro 5.1%, la tasa más elevada contando desde la década de los noventa.
Variadas y complejas son las causas, la oferta de alimentos responde con lentitud, continúan los cuellos de botella en las cadenas de suministro, encarecimiento del petróleo, el barril se aproxima a cien dólares por incumplimiento de la OPEP, debió aumentar la oferta en 400 mil barriles diarios, lo ha hecho solo en 200 mil barriles, a lo que ahora se suma el riesgo cada vez mayor de cierre del importante grifo de Rusia, por la muy probable guerra con Ucrania-Estados Unidos-OTAN.
La acelerada inflación importada también presiona los precios en nuestra economía, los productos que más se encarecieron fueron plátanos verdes, pollo fresco, limones agrios, arroz, guineos verdes, huevos, carne de cerdo y otros alimentos, también tarifas del servicio eléctrico, combustibles y transporte, en conjunto explican tres cuartas partes de la inflación de 1.18% en enero y 8.73% en tasa interanual.
El efecto contagio del alza general precios alcanzó la inflación subyacente, en la que se apoya la política monetaria, subió sesenta y cinco décimas, interanual hasta 7.0%, el mayor nivel desde marzo 2009, y por las mismas razones en Estados Unidos se incrementó 0.6% y 6% en doce meses, la más elevada desde agosto de 1982.
El pensamiento dominante es que los precios tocarán techo y comenzarán a caer cuando se relaje el impacto de la pandemia, la OPEP aumente la oferta de crudo y baje la tensión en el este de Europa.
Como el final no está escrito y la inflación se ha acelerado más de lo esperado, lo prudente es asumir que la tendencia continuará, como lo hizo nuestro Banco Central en agosto 2021, cuando dio un giro controlado a la política monetaria, madrugo con una hoja ruta para retirar poco a poco estímulos monetarios, incluyendo subidas de precio del dinero, en noviembre 50 puntos básicos, 100 en diciembre y 50 en enero, para la tasa de referencia ubicarse en la actualidad en 5.00% anual, por debajo de la media de países América Latina, que oscila entre 10.75% anual en Brasil y 1.75% anual en Guatemala y Costa Rica.
Los resultados no se han hecho esperar, los depósitos overnight, que sumaban RD$117,126.4 millones en diciembre 2021, se redujeron a RD$38,650.7 millones el 7 de febrero de 2022, no obstante aumentar la tasa de interés que cobran los bancos comerciales cuando aparcan excedentes en el Banco Central.
En resumen, las medidas monetarias evitaron que la liquidez extraordinaria sumara inflación a la que nos viene de fuera, las cifras nos dicen que no hay relación entre aumento de precios y oferta monetaria. Ganaron credibilidad entre consumidores e inversores al adelantarse a la presión inflacionaria del 2021, a la Reserva Federal de Estados Unidos que mantiene sus tipos de interés congelados en torno al 0% desde marzo 2020, el próximo mes programa subirlos en 25 puntos básicos, y al Banco Central Europeo, en marzo discutirá si acelera la retirada de estímulos monetarios y adelanta a septiembre la subida de interés, posiblemente en 20 puntos básicos.