La inflación mensual continúa descendiendo. En agosto aumento 0.21%, la menor tasa en los últimos veintisiete meses, y desaceleró a 8.8% en tasa interanual, manteniendo la trayectoria descendente iniciada en mayo.
Lo que es buena noticia para los dominicanos, por la altísima inflación el dinero en nuestros bolsillos cada vez vale menos, y si la pérdida de poder adquisitivo no fue mayor y las exigencias sociales no han ido a más como en muchos países, fue por la apreciación del peso frente al dólar, de 8.2% en los primeros ocho meses, y 7.4% en términos interanual.
El menor precio en pesos de las importaciones, no solo redujo su impacto en la inflación general, sino que, además, contribuyo a preservar la fortaleza de la demanda interna, lo que en buena medida explica el fuerte crecimiento de 5.5% del PIB en enero-julio.
Para evitar confusiones es necesario aclarar que la apreciación del peso no significa que el país perdió competitividad-precio en la exportación de bienes y servicios, y con ello cuota en el mercado mundial, porque el tipo de cambio nominal bilateral (dólar/peso) no lo dice todo, el mejor indicador es el cambio real ponderado por diferenciales de inflación, a lo que no me refiero por falta de espacio.
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La tendencia descendente de la inflación es consecuencia de la eficacia de los subsidios del gobierno al consumo de gasolina, gasoil, GLP, tarifa eléctrica y producción agropecuaria, y de la intensidad de las medidas monetarias, aunque más de la tercera parte de la inflación se debe a precios importados. Con las fuertes subidas de su tasa de referencia, acumulado 500 puntos básicos desde noviembre 2021 hasta la fecha, el Banco Central envía el contundente mensaje de que a cualquier precio cumplirá con su principal mandato que es contener la inflación.
Como todo en la vida, la política restrictiva tiene dos lados, los beneficios: caída de la inflación hasta estabilizarla donde el salario comienza a ganar poder adquisitivo, y mayores ingresos de ahorristas por mejoras de rendimiento de los depósitos. Y los costos: encarecimiento de los préstamos bancarios, menor consumo e inversión y ralentización del crecimiento. Cuando ponemos números, el balance neto es ampliamente positivo para la economía.
De continuar la tendencia descendente de los precios, podrían alcanzar tasas cercanas a la meta de inflación, tan pronto como antes de finalizar el primer semestre de 2023, aunque la clave seguirá siendo el precio del petróleo en el mercado mundial.
Lo digo porque el precio medio superar 150 dólares el barril si Putin ejecuta la amenaza de cortar completamente el grifo de gas y petróleo, si el G-7 y la Unión Europea imponen precios máximos a sus productos, porque se sumaría a la reciente decisión de la OPEP de reducir su oferta en 100 mil barriles diarios.
Este escenario elevaría por las nubes la factura petrolera, no podemos olvidar la elevada dependencia de nuestra economía de los combustibles importados, consumimos un poco más de 232 mil barriles diarios que representan, al precio actual de US$86.83 el crudo WTI, una factura que supera los US$20 millones diarios, y US$7,300 millones al año, cerca de 7% del PIB, cuando en 2015 era la mitad, 3.5% del PIB.