La influencia castellsiana en el pensamiento social dominicano

La influencia castellsiana en el pensamiento social dominicano

POR CARLOS DORE CABRAL
En la tradición sociológica dominicana, la historia de las ideas políticas se ha cuasi detenido en indagatorias al siglo XIX y a la Era de Trujillo. Se pueden contar con los dedos de una mano las pesquisas realizadas en períodos anteriores, como por ejemplo, el colonial, o en tiempos más actuales, digamos que desde la caída del trujillismo hasta nuestros días.

Impresionan algunos estudios sobre determinados intelectuales que hemos tenido, pero, a mi juicio, una debilidad se convierte en el elemento común: cómo articular, conectar,  las ideas políticas y filosóficas de esta media ínsula con las del mismo tipo de los centros de producción cultural del mundo occidental.

En otras palabras, y a modo de ejemplo,  hemos abordado el pensamiento racista de intelectuales como José Ramón López,  Ramón A. Peña Batlle y Joaquín Balaguer,  pero sin indagar las conexiones con irracionalistas alemanes como Chamberlain, Nietzche o Rosenbert, que, entre otros, abonaron el terreno para que esas ideas racistas enraizaran en Europa primero, y en América después.

Si en ese laberinto de ideas pudiésemos establecer determinaciones históricas y culturales que conecten el pensamiento de los intelectuales conservadores de finales del siglo antepasado y de principio del siglo pasado con los centros ideológicos mundiales que irradiaban esa manera de percibir a los seres humanos en sociedad, de seguro que tendríamos una visión menos ingenua de las consecuencias sociales y humanas que tales ideas anidaron hasta convertirse en una desgarradora realidad. Estoy seguro que, además, tendríamos un mayor grado de aproximación a la explicación del fracaso del pensamiento liberal en toda nuestra historia republicana.

Y es que las ideas se mantienen latentes, esperando el momento socialmente adecuado para emerger y hacerse historia, como fue el caso de  la matanza de haitianos de 1937 llevada a cabo por el dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo con el apoyo de sus intelectuales.

La presencia del profesor Manuel Castells en nuestro país es, entre otras cosas,  la posibilidad de sentar las bases para relacionar su incisivo diagnóstico sobre la sociedad global de hoy con los cambios que tienen lugar en el plano de lo local en la sociedad dominicana.  Porque distinto a lo que ocurría a finales del siglo XIX y los inicios del siglo XX, las ciencias sociales en el país han alcanzado un determinado nivel de desarrollo, lo que al menos permite evitar el facilismo de la extrapolación mecánica de modelos explicativos de lo social o el de la generalización sin el amparo de las investigaciones empíricas que les sirvan de aval.

Quiero aprovechar su presencia, entonces,  para  afirmar la conectividad existente entre su diagnóstico sobre la sociedad global de hoy y algunas propuestas que, en el plano de modelos de desarrollo, se han realizado en el país en los últimos años, y en los que sin duda, su influencia es incuestionable.

Ya para el año 1994 lo que podríamos llamar la propuesta dominicana de reforma y modernización del Estado partió de un diagnóstico del mundo actual y los desafíos que implicaban para un país pequeño conectarse en las redes mundiales de producción de mercancías, servicios y conocimiento. Ese proceso modernizador iniciado fue algo más que la readecuación de lo estatal para el nuevo modelo económico impuesto; fue el resultado de una lectura de la realidad que permitió apreciar las oportunidades en medio de tantas amenazas y que se cristalizó en la propuesta de economía social de mercado, que en lo político podría endosársele la influencia a las ideas del sociólogo ingles Anthony Giddens, pero que, sin lugar a duda, partía de un análisis de la sociedad informacional de indiscutible factura castellsiana, pero tropicalizada con las aproximaciones a la realidad dominicana, como lo demuestran las afirmaciones que en seminario sobre el tema, hiciera el doctor Leonel Fernández, reiterando lo que desde la década de los 80 formaba parte del nodo explicativo sobre lo que pasa en el mundo presente.

Cito al actual Presidente de la República:

“Y vamos viendo que en los distintos momentos históricos en los que se habla de la globalización hay elementos en común. Primero, está la revolución científico-técnica,  la que la precede. Segundo, lo que se logra es una compresión del tiempo y el espacio. (…) Yo diría –sigo en la cita de Leonel – que lo más importante del fenómeno globalizador es que ha modificado por completo el concepto que  tenemos del tiempo y del espacio. Lo modifica. ¿Por qué razón? Porque no habría habido globalización como la entendemos hoy día sin una profunda revolución de las telecomunicaciones.(…) Hoy día la Internet se ha convertido en una de las principales formas de comunicación que tiene el género humano, y yo diría – es Leonel todavía– que es  la más revolucionaria, porque es la que realmente ha permitido en toda la humanidad una verdadera democratización y masificación del acceso a la información, como nunca antes había ocurrido.(…) Para que haya globalización, tal como la conocemos hoy día, como también en el pasado, ha tenido que ocurrir una revolución en el ámbito científico-tecnológico con una repercusión de lo que tiene que ver con comunicación y lo que tiene que ver con transporte, generando un impacto en la noción del tiempo y en la noción del espacio. Si no, no habría globalización. (…) Pero la globalización es más que eso. La globalización no es tan sólo la Internet. No es tan sólo la televisión, la televisión vía satélite. La globalización es más que esto. Implica, además, elementos relacionados con la economía, elementos relacionados con la política, con las finanzas, con la cultura. Es decir, con todo lo que es el mundo contemporáneo”.  (Termina la cita del doctor Fernández).

Ante esa situación de incuestionables luces y sombras, desde lo político, Fernández ha reiterado su convencimiento de que al país le queda establecer líneas de defensas en las que son claves el fortalecimiento del sistema democrático; el uso del capital intensivo en las áreas de electrónica, informática, telecomunicaciones, biotecnología… y la formación de las nuevas generaciones para que podamos incluso exportar conocimiento.

En su núcleo argumental, la  riqueza de hoy día está en la capacidad para generar conocimiento, que actúa conjuntamente con la tecnología moderna, que el ciudadano de a pie   puede aprender, si  tiene  la oportunidad de acceder a ella.

Como notaron,  es clara la conexión con la propuesta de Castells respecto a que la economía (y sociedad actual) es  informacional, global y funciona en red. Igual se asemeja a la propuesta de nuestro invitado de encontrar en el ámbito de la educación y el trabajo, las capacidades que nos permitan afrontar los cambios de la sociedad que rebasó el modelo de desarrollo industrial.

Pero esta provocación sólo sirve para eso, y para invitarles a que se acerquen al número considerable de artículos y análisis que sobre la sociedad mundial actual hemos realizado en la Fundación Global Democracia y Desarrrollo (FUNGLODE), una manera de descubrir a Castells reflejado en el pensamiento de otros.

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