Debe combatirse con acciones múltiples el invasivo proceder que siembra de obstáculos aceras y otras zonas llamadas a ser inviolables de ciudades dominicanas actuando contra el libre fluir de transeúntes; esa mayoría expuesta a sufrir menoscabos en sus derechos por avances privatizadores que numerosos escapan a la imposición de cauces fijados por autoridades. En importantes urbes a nivel mundial la buhonería existe sin entorpecimientos físicos ni atentados a la salud por ausencia de higiene. Modelos a seguir. Por el contrario, en Santo Domingo cunde el irrespeto hasta hacer proliferar sobre áreas comunes talleres de mecánica y de artesanos de otros quehaceres. Queda claro que cuando funcionan de modo contundente los correctivos para la preservación del ordenamiento vial es porque predominan las gobernanzas municipales y de otros órganos ministeriales clave. Estos deberían entender que el disgusto por el caos urbano es general.
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Es hora de que abran los ojos y oídos al clamor de moradores de barrios de los que a su vez continuamente se hacen eco los medios de comunicación con testimonios gráficos y textuales de los pesares de los vecindarios. Adicionalmente se niega paz a ciudadanos por insuficientes atenciones a quejas formuladas a la Policía obligada a proceder como institución a combatir la emisión de ruidos innecesarios. Poca disuasión a la música en alto volumen y a grupos acicateados por dosis de alcohol y decibeles en flagrante abuso.