La injusta Justicia

La injusta Justicia

HAMLET HERNANN
La prueba de que exista o no Justicia en un país consiste en determinar hasta qué punto son justos los jueces con aquellos que han sido injustos. Ahí está la clave de todo. Y es entonces cuando uno descubre que un juez injusto hace más daño que miles de delincuentes.

Claro ejemplo de lo que esto puede significar se encuentra en la reciente decisión de la Cámara Penal de la Corte de Apelación en la que todos, repito todos, los acusados del desfalco en el Plan Renove de compra de vehículos fueron descargados de toda culpa, repito toda culpa. Se revocaba así la sentencia de un tribunal de primera instancia que había sancionado a los acusados con penas que incluían prisión y multa.

Lo del Plan Renove ha hecho que algunos se rasguen las vestiduras por la burla que esto significa para la lucha contra la corrupción. Ante ese exabrupto judicial, ya no saben como justificar ese aborto legal. Dicen que el expediente estuvo mal instrumentado por la Procuraduría General de la República en función de las exigencias del flamante Código Procesal Penal. Y en momentos como este uno piensa en los abogados que trabajaron intensamente en la elaboración de ese Código, que luego asesoraron a la Policía Nacional para su puesta en marcha, pero que renunciaron de esas funciones para defender con denuedo y devoción a un connotado acusado de narcotráfico. ¿Para beneficio de quiénes se han establecido esas normas y esos procedimientos, de las víctimas o de los victimarios? Como si lo anterior fuera poco vuelvo a preguntar: si la culpa es del nuevo código ¿por qué nunca fue condenada persona alguna antes de que existieran estas nuevas normas y procedimientos? Para nadie es secreto que nadie ha sido condenado en este país por estafar al Estado, ni antes ni ahora. Esto así porque los políticos que han gobernado parecen ser la misma cosa: prevaricadores por antonomasia. No te persigo ahora para que no me persigas después.

Lo que más puede preocupar a muchos es el daño que pueden estar provocando estos jueces con decisiones cuestionadas incluso por los mismos inculpados. ¿Quién no sabe que una enorme cantidad de asesinatos que a diario ocurren en las calles dominicanas son producto de la injusticia de la Justicia? Esto incluye a los famosos ?intercambios de disparos? que protagonizan agentes policiales y que suman centenares cada año. De esto surge otra pregunta: ¿a quién le toca juzgar a los jueces? ¿Existirá algún límite para que los jueces no traspasen el umbral de la cordura para caer en el de la locura política vigente? Tratando de racionalizar el problema alguien puede llegar a la conclusión de que una judicatura ?made in partidos políticos? no podía tener otra norma de comportamiento. Una selección aparentemente hecha por conveniencias partidarias, diseñada para garantizar la impunidad futura de los prevaricadores de su grupo no puede ser mejor de ahí. Y si esto es así ¿qué habrá que esperar cuando empiecen los juicios de fondo de quienes asaltaron los bancos desde adentro y ahora pueden pagar propinas mayores que todo el desfalco de Renove?

Otro caso que ha alarmado a algunos y asqueado a muchos es la aprobación del Proyecto de Presupuesto y Ley de Gastos Públicos que sometió el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional. Fruto de prolongados conciliábulos y vergonzantes negociaciones entre políticos

de todos los partidos representados, el pueblo sufrirá de mayores impuestos y los congresistas seguirán chupando de la teta del presupuesto nacional a través de sus ONG con fines de lucro. El gobierno por su parte podrá seguir ?p?alante? con su Metro subterráneo y con cuanta obra se le ocurra para llegar a su ?modernidad?. Pero que nadie pregunte por la mejoría en el servicio en los hospitales o en la educación. Eso no es prioritario. Que nadie pregunte por la mejoría en el servicio energético de manera que se reduzcan los apagones. Mientras los cortes de luz superan las once horas diarias en algunos sectores, los empresarios acusan a la corporación gubernamental de reducir artificialmente la oferta energética. De ser cierto esto, el sadismo oficial estaría rebasando los límites permisibles por la bondad humana. La simulación se habría adueñado totalmente del ejercicio gubernamental. Todo parece ser al revés de lo que aparenta y el mundo patas arriba se impone.

La doctrina vigente desde los poderes estatales es la de que se aplique una injusta Justicia, en todo y para todos, para beneficio de los políticos.

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