La inminencia del daño

La inminencia del daño

Nunca me he destacado en actividades empresariales. Reconozco que en esa área no tengo los conocimientos ni la vocación para desarrollarla exitosamente. Dada mi confesa ineptitud, no soy capaz de entender cómo es posible que el gobierno dominicano, a través de su Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) llame a licitación la concesión de una línea de tren suburbano para el transporte público.

Esto se hace después de fracasar la enorme inversión en una ruta urbana. Una de las contradicciones más evidentes de este proyecto es la de recurrir a lo suburbano ante el fracaso de lo urbano. El razonamiento es tan enigmático que pone a pensar sobre intereses ocultos.

La línea urbana actual, Norte-Sur, atraviesa una zona de alta densidad poblacional en la capital dominicana. Sin embargo, sólo han logrado conquistar como usuarios de cada día a 25 mil personas, en viaje de ida y vuelta, cuando habían anunciado que serían 200 mil los que aprovecharían ese medio. Y si el uso ha sido extremadamente pequeño por donde circula tanta gente, qué no ocurrirá cuando construyan otra línea a través de una zona suburbana donde no hay notables concentraciones de población ni grandes centros laborales, comerciales o de estudio. Además, en esa zona nunca ha habido problemas graves en el tránsito que no pudieran ser resueltos con autobuses en vez de realizar una inversión desproporcionada.

Haciendo un poco de aritmética simple no entiendo cómo puede una ruta suburbana ser más eficiente y productiva que una línea urbana. La ruta del actual tren urbano de 14 kilómetros y 16 estaciones sólo ha logrado dar servicio a la cuarta parte de los usuarios proyectados. La nueva línea tendrá 28 kilómetros de extensión con 34 estaciones a través de una zona relativamente desolada. La aberración del proyecto es evidente. De ahí que asalte la mente un interés oculto con los bienes raíces, tal como ha ocurrido en el sector turístico. Además, continúan obsesionados con el equivocado concepto de dejar para último las rutas alimentadoras cuando éstas debían ser el primer paso en la solución del tránsito.

Entiendo que el sistema público de transporte deba ser subsidiado para beneficio de los sectores empobrecidos de la población. Pero no cabe en cabeza racional que la tarifa vigente en la línea urbana sea apenas el 6% del costo real haciendo que el subsidio sea del 94%. Y si ese retorno económico no cubre siquiera sus propios gastos de mantenimiento, ya podemos imaginar el desastre fiscal que será la línea suburbana que atravesaría los suburbios empobrecidos de la capital.

Desde el primer día que la obsesión del presidente Leonel Fernández por su “toy train” se hizo pública en 2004, advertimos el desastre que ocurriría si continuaban con la construcción sin planeamiento anticipado. No se hizo caso entonces ni siquiera a las recomendaciones de su propio Consejo Social e Institucional (CESI) presidido por Agripino Núñez Collado. Su otra obsesión, la reelección presidencial, necesitaba un financiamiento colosal que sólo la megaobra del tren urbano y el contrato de la Sun Land podían darle.

Ahora su nuevo “toy train” atravesaría una zona suburbana en la que la cantidad de usuarios será mucho menor que la que ahora transporta el llamado Metro. ¿Qué estudio muestra una crisis tan grave en el tránsito y el transporte de esa zona que no puede ser solucionado con autobuses de alta capacidad? Parecería una acción irracional, pero también podría ser que parte del financiamiento para otra aventura política electoral estuviera en la elevación del precio de las tierras en torno a esa vía. Ante la crisis financiera que padece República Dominicana y la escasez de fuentes de financiamiento para un gobierno “mala paga”, los fondos para una campaña electoral tienen que ser buscados donde sea. No importan lo absurdas que sean las excusas. El clientelismo en una organización que abandonó el pensamiento político que le dio origen, exige una alcancía electoral más grande que la que constituyó la línea de tren urbano. Y esa alcancía podría ser el tren suburbano, aunque la inversión a realizar fuera más cara que el collar de diamantes de la reina María Antonieta de Francia.

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