La inseguridad sobre pensiones

La inseguridad sobre pensiones

Bajo el peso de las permanencias en casa por razones sanitarias o, como en este momento, por las inclemencias del tiempo, el dominicano ha dispuesto de más ocasiones para reflexionar sobre el futuro que le sobrevendría partir de su salida de la vida productiva, un tema sobre el que los especialistas siempre llegan a la conclusión de que muchos trabajadores, y los asalariados medios en sentido general, no arribarán en este país al puerto que brinde recompensas suficientes para llenar sus necesidades esenciales después de haber pasado decenios laborando.

Matemáticamente, y por la actual configuración del sistema, los activos por aportes de los asegurados y los empleadores no garantizarían al cabo de muchos años retribuciones que deriven en apropiada cobertura a los gastos ordinarios de hogares situados socialmente en franjas medias y bajas, que constituyen más de un 80% de la nación.

Las cotizaciones para generar acumulaciones individuales apropiadas para respaldar una pasiva existencia de adultos mayores no augura suficiencias como parte del mercado financiero que pone los dineros a multiplicarse. Los niveles salariales predominantes tienen atrapada a mucha gente de trabajo en una incapacidad para ahorrar sustancialmente y subsistir después con el rendimiento de exiguos patrimonios.

Además, a causa de una aplicación vulnerable de las normas para la captación de aportes, muchas personas se emplean sin derivar recursos al sistema en la medida que corresponde a sus ingresos reales, y la informalidad, que en esta economía es mayor que la parte formal, tiene a un sector de las generaciones en curso condenada al desamparo.

A compensación cero por no laborar bajo coberturas institucionales, a menos que con tesón, esfuerzos extra y talento emprendedor, hubiesen creado medios alternativos que les produzcan otros haberes o queden bajo la sombrilla de descendientes de solvencia.

Pero los sistemas pensionistas nacen para que sus afiliados no estén al albur de lo que pueda provenir de terceros, o de hijos y nietos de solidez económica para entonces disponer de recursos para sus sostenimientos que, por la proyección en alza de los costos por alojamiento y consumos ordinarios atacados por la inflación, tendrían que ser también ascendentes.

La medición de los valores colocados en administradoras de fondos de pensiones, y de las utilidades que generan como instrumentos crediticios, no cuadrarían para favorecer dignamente a sus ahorrantes en propósito de garantizar una aceptable calidad de vida a quienes terminan, ineludiblemente, acojinados en mecedoras la mayor parte del día. Los dominicanos que llegan a los niveles de senectud son cada vez más numerosos.

El promedio de vida es cada vez más alto y el crecimiento de la masa laboral de cotizantes en el régimen de jubilaciones en sus diferentes versiones tiende aceleradamente a ser insuficiente en capitalización para solventar a la población de pensionados.

Se vislumbra que la debilidad financiera de la Seguridad Social sea convertida, en último opción, en una fuerte carga adicional para los contribuyentes, por la versatilidad del Estado para endeudarse y cubrir pasivos sociales.

La alcancía de la Seguridad Social no alcanzará para todos los afiliados

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