La integridad de una reforma

La integridad de una reforma

EDUARDO JORGE PRATS
Cada vez que se habla de reforma tributaria, se piensa en las soluciones de siempre: aumentar el ITBIS y los recargos distorsionantes, penalizar el ahorro, gravar la renta bruta. Y son soluciones al problema errado: aumentar los ingresos del fisco. Posiblemente, esta vez ocurra lo mismo del año pasado: las respuestas equivocadas a las preguntas erróneas.

Sin embargo, aunque todo parece indicar de la crónica de un palo tributario anunciado, que no dará origen a un levantamiento popular, no es ocioso que exponga lo que como ciudadano entiendo que debe ser el contenido de la reforma propuesta.

Ya es un cliché afirmar que los momentos de crisis son tiempos de oportunidades. No obstante, es pertinente enfatizar que la reforma tributaria debe ser aprovechada para realizar cambios estructurales en nuestro sistema tributario que permitan relanzar la economía dominicana y retomar el ritmo de crecimiento, base esencial para que el Estado pueda satisfacer las demandas sociales.

Para sustentar a largo plazo los ingresos estatales y disminuir la evasión, creo que es inaplazable ampliar la base del ITBIS a todos los bienes y servicios, incluso los provistos por entidades estatales, con la única excepción de las medicinas, la electricidad, los servicios financieros, los libros y los componentes básicos de la canasta familiar. Si se extiende la base, es posible disminuir la tasa a un 12% lo que, sumado al impuesto selectivo al consumo, al tiempo que alivia la situación del consumidor, disminuye las posibilidades de evasión y aumenta significativamente los ingresos del Estado. Debe establecerse, además, de un impuesto a la adquisición de bienes santuarios.

Por otro lado, para ampliar la capacidad del consumo de los más pobres y de la clase media, debe elevarse el tope exento del impuesto sobre la renta (ISR) y disminuirse la tasa que se retiene a los asalariados por nómina, con la posibilidad de que las personas físicas deduzcan del ISR los recibos de pagos de ITBIS, lo cual, como demuestra el caso de Bolivia, permite formalizar los negocios informales y crear, por otra parte, una cultura tributaria en la clase media.

Para incentivar el crecimiento y la productividad, aparte de eliminarse el impuesto sobre las ventas brutas, deben crearse tasas de ISR diferenciadas para premiar a aquellos sectores claves y estratégicos del país, que se caracterizan por su competitividad y por su capacidad de generación de divisas, todo coordinado con vistas a poder enfrentar el TLC con Centroamérica y Estados Unidos. Del mismo modo, debe poder deducirse hasta el 50% de la renta neta imponible del ISR todas las donaciones de personas físicas o morales a ONG’s debidamente acreditadas ante el fisco, como una manera de incentivar la cultura filantrópica y que el «tercer sector» asuma gran parte de la satisfacción de las demandas sociales. Para tributos como la comisión cambiaria deben ser eliminados y no hay que pensar en gravar los depósitos, por los efectos distorsionantes que esto acarrea, en particular la desintermediación, la penalización del ahorro y la fuga y dolarización de depósitos. Finalmente, la tasa del ISR de aquellas corporaciones que coloquen no menos del 40% de su capital accionario en manos del público, a través de emisiones públicas de valores en la bolsa, debe ser sustancialmente disminuida con lo que se logra disminuir los costos de financiamiento corporativo, democratizar el capital y canalizar los ahorros de los trabajadores en manos de los fondos de pensiones hacia las actividades productivas de la nación.

Todos debemos tributar en base a nuestra capacidad como quiere y manda la Constitución, pues este deber de tributar fomenta a largo plazo la ciudadanía y el sentimiento de pertenencia a la comunidad como bien ha señalado José Luis Alemán. El consumo, salvo el conspicuo, no debe ser castigado pero debe ser objeto de gravamen vía el ITBIS porque es un impuesto relativamente fácil de cobrar y porque, a la larga, la reforma implicaría una disminución de la tasa. En todo caso, una reforma tributaria integral en los actuales momentos debería estar enfocada a incentivar el ahorro, la producción, la canalización del ahorro a la producción, la filantropía y el fomento a los sectores exportadores y generadores de divisas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas