La inteligencia se fue al carajo

La inteligencia se fue al carajo

Leer a los académicos o actores de primera fila que protagonizan el debate sobre la economía mundial, es no entender qué pasa con la inteligencia que prevaleció en aquellos teóricos que construyeron las bases del capitalismo a lo largo de sus dos siglos y que la sacaron exitosamente de sus recurrentes ciclos de crisis.

Resulta que ahora nadie tiene una respuesta convincente de cómo salir de la crisis que golpea la economía mundial desde el año 2007. 

Unos abogan por ajustes flexibles para lidiar con flujos que hagan retornar el crecimiento económico y otros reafirman su convicción de que hay que apretarle la tuerca a los países del alto riesgo, forzándolos a tomar drásticas medidas fiscales. Un ejemplo es Grecia, afectada por tremendos ajustes, pero sin oxígeno para respirar, lo que la condena a décadas de crecimiento bajo o negativo y sufrimiento social inconmensurable. Siete huelgas generales en el 2011 no lo aguanta nadie. 

Por su parte, las deudas han alcanzado niveles intolerables obligando al Banco Central Europeo a comprar títulos en los mercados secundarios de Italia y España y a la Unión Europea a inyectarle recursos al Fondo de Estabilidad Financiera y a un llamado Fondo de Rescate, ambos con 950 mil millones de euros. El problema es que el poco dinero disponible versus lo que está en riesgo, no tienen nada que ver.

Algunos piensan que Grecia podría reivindicarse, pero la mayoría opina abiertamente lo contrario, donde el colapso es cuestión de tiempo, arrastrando a otros países cuyo oxígeno también se agota, como España, Italia y Portugal.

Mientras en Estados Unidos, también abrumado por grandes deudas y déficit, el debate se centra entre el grado de flexibilidad de los ajustes para reducir gastos y el aumento de impuestos a los ricos, que el Senado, bajo control republicano, difícilmente aprobaría. Pero ambas van de la mano y si ninguna de las dos es viable en el corto plazo, el panorama se torna más sombrío.

En norteamericana todo gira alrededor de las elecciones del 2012 y eso limita tremendamente la aplicación de medidas de largo plazo, como muchos economistas sugieren. La dificultad de fijar un techo a la deuda pública o aprobar el plan de empleo del Presidente Obama, son un buen ejemplo de que nadie está pensando en buscarle solución a la crisis, sino como sacarle provecho político a esa crisis, algo típico en países bananeros.

Por el lado monetario, todo parece indicar que se acabó la pólvora para encender el crecimiento, el cual muestra fuertes caídas en segundo trimestre del 2011, que acerca a la economía mundial a otra recesión.  Bajo ese escenario, la única pólvora que puede explotar es la de los indignados, si es que no explota primero la crisis de deuda.

A todo esto, hay que sumarle la amenaza que se cierne sobre los bancos europeos, que requieren una fuerte capitalización. El Banco Dexia, de capital franco belga ya pidió auxilio y ambos países salieron a su rescate para evitar que todo explote en cuestión de horas.

Mientras tanto, se avecina una guerra comercial entre E.U. y China, lo que estaría poniéndole la tapa al pomo.

En fin, los mercados se deprimen cada día y actúan como una montaña rusa, donde abundan las controversias y las premoniciones. Pero la inteligencia de antaño se fue al carajo y nadie ofrece una respuesta convincente para superar la crisis.

Quizás la respuesta no está en la economía sino en la ausencia de liderazgo político y eso es definitivamente otro gran problema.

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