La intención de los políticos

La intención de los políticos

SAMUEL SANTANA
Hace algún tiempo el Presidente de la República, el doctor Leonel Fernández Reyna, manifestó en su programa de televisión que muchas de las personas que se afilian a un partido político lo hacen con el propósito de lograr un ascenso no sólo en el plano puramente político sino social y económico.

Quien entrevistaba en ese momento al mandatario le hizo percibir que su propia experiencia era un ejemplo palpable.

Ahora el Presidente vuelve a hacer otras declaraciones muy importantes.

En esta ocasión lo hace a raíz de los movimientos que están haciendo los partidos a los fines de realizar alianzas para las elecciones congresuales y municipales en mayo del 2006.

Fernández consideró que es un peligro que “fuerzas equívocas” controlen el Congreso Nacional porque esto podría traer como consecuencias tomar por asalto la Suprema Corte de Justicia, la Junta Central Electoral y la Cámara de Cuentas.

Según él, esto podría significar una pérdida para el pueblo dominicano por la ingobernabilidad y el desequilibrio de los poderes del Estado.

En la cena de gala ofrecida por la Cámara Americana de Comercio, el doctor Fernández dijo que los aprestos concretamente del Partido Revolucionario Dominicano y el Partido Reformista Social Cristiano podrían llevar a un retroceso y a una inestabilidad institucional, poniendo en peligro, además, todo lo que se ha logrado en términos económico, crecimiento y sosiego en la sociedad dominicana.

Al establecer una relación entre estas declaraciones, se ve claramente que los líderes políticos no siempre el accionar de los políticos está enmarcado o guiado por intenciones puras, sanas y de beneficio para el pueblo.

Estamos hablando de que este es un fenómeno que se da tanto en término personal como institucional.

Conocí a un joven que se graduó de derecho en una de nuestras universidades y como forma de integrarse a la vida productiva, lo vi empezar a moverse en el área de bienes raíces alquilando casas y haciendo contratos que eran avalados por otro abogado notario.

Pero hace poco  me dijo que definitivamente él tenía que ingresar a uno de los partidos políticos porque no podía seguir viviendo la vida en una especie de trajín infructuoso. En sus consideraciones descartó al partido oficialista por entender que al estar en el poder sus dirigentes no parecen necesitar a nadie. Consideró decidirse por uno de esos que están en la oposición y que sí tiene las puertas abiertas a todo el que desee entrar.

La decisión de este joven profesional esta basamentada en el hecho de que trabajando en este país, es difícil llegar a ser alguien. Sin más ni menos consideró que la política era la mejor vía para abrirse paso en grande.

Desgraciadamente la gran mayoría de los líderes políticos de nuestro país son hombres y mujeres que se guardan en sus adentros unos propósitos que van muy en detrimento  de la esencia real de la política que se usa para lograr el desarrollo de un país, su institucionalidad y el buen vivir de los ciudadanos.

El Estado, el país y todos los recursos son sólo instrumentos apetecibles por los que luchan los partidos con la intención de beneficiarse a sí mismos, de engrosar las posibilidades de dominio permanente y de controlar todo a favor.

El escenario donde se manifiesta hoy esa lucha y esas intenciones lo constituye el Congreso Nacional y los ayuntamientos del país.

Pero todo cuanto se está haciendo y maquinando no se limita a esto sólo.

Esto constituye el establecimiento de la base de lo que podría ocurrir en el 2008, en las elecciones presidenciales.

Es hacia allá  donde apuntan las preocupaciones actuales del Presidente de la República.

Hoy las advertencias y las preocupaciones se lanzan contra la oposición, pero a nivel interno se han registrado muchas veces estas mismas argucias, veleidades y mañas a lo interno de los mismos partidos políticos, donde se han hecho triquiñuelas o movimientos para cerrarles el paso a líderes que reúnen las condiciones y cualidades para aspirar a la primera posición de mando tanto de la dirigencia como del país. Vivimos en una nación donde los políticos se han acostumbrado a aprender y conocer más mañas que capacidad sana de gestión. Esto es lo primero que se llega a dominar y, luego, cuando se llega al poder entonces la forma de cómo engrosar más no sólo el mismo poder sino los recursos para mantenerlo y para vivir la vida de príncipe.

Para quienes hacen política en este país, el Estado no es visto como un sistema al que hay que dirigir y dominar con criterio de desarrollo para beneficiar a las masas, sino, más bien, como el medio más factible a través del cual se puede cambiar el nivel de vida personal.

La cruda realidad nos indica que los políticos de esta nación no están pensando en el bienestar de los ciudadanos ni en el desarrollo y la institucionalización. Sus ideas y su visión están enfocados hacia el control del poder por parte del partido para, por vía de consecuencia, beneficiarse a sí mismos.

Estamos hablando de que la razón real de esta lucha es el país como pastel exquisito para ser devorado sin importar lo que de él quede.

Las discusiones ambiciosas por posiciones dentro de los partidos políticos indican claramente que los cargos no son vistos como instrumento a emplear para desarrollar las comunidades y al país, sino como la forma de seguir llenando bolsillos y viviendo la vida de yipeta y restaurante gourmet.

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