POR: REGIL MEDINA H.
En una ocasión alguien dijo que temía más a un hombre de rodillas en oración que a un poderoso ejército. Obviamente este hombre sabía que la verdadera fuerza de un hombre no reside en sus músculos sino más bien en sus rodillas.
Alrededor del mundo usted encontrará a miles de personas que darán testimonio de algo especial sucedido en sus vidas, precisamente, después que dispusieron en su corazón presentarlo en oración delante del Señor.
Cualquiera que se acerque a conocer más de Jesús en los Evangelios descubrirá algo único en su vida diaria, Jesús oraba.
La vida del Señor era una vida de oración, por lo que vemos que más que una rutina religiosa su disciplina constituía una necesidad permanente de lograr intimidad con el Padre celestial.
De hecho, los discípulos de Cristo dentro de su entrenamiento y capacitación ministerial, le llegaron a pedir a Jesús, que les enseñara a orar (Lucas 11:11). Fruto de esta pregunta llegamos a beneficiarnos de su respuesta en la oración modelo del padre nuestro.
Los discípulos como testigos oculares del poder de Jesús palparon la prioridad que le otorgaba su maestro a la oración. Si deseamos ser imitadores de Jesús como modelo de hombre nuevo, debemos ser imitadores de su estilo de vida de oración.
En Lucas 6:40, Jesús nos dice: El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.
Existen dos vías a través de las cuales podemos crecer en intimidad con Dios: la que se halla en la oración y la que encontramos en la lectura de la Palabra de Dios.
Los lideres religiosos de la época de Jesús llamados fariseos, acostumbraban a mostrarse frente a los demás como gente de oración, pero difícilmente lograban intimar con Dios, debido a que sus oraciones eran ejercicios rutinarios para ser vistos y reconocidos por los hombres. El cristiano no busca la aprobación o reconocimiento humano, más bien busca sobre todas las cosas el ser aprobado, en su conducta diaria, por Dios.
A Jesús lo que mas le importaba era la opinión de su Padre, el hacer la voluntad del que le envió; por esto buscaba por necesidad propia de su estado, en su condición humana, es decir, la de 100% hombre, el tomar tiempo a solas para lograr una mayor intimidad con Dios.
Recuerda que cuando oramos, no solo estamos en un monólogo de palabras, mas bien estamos abriendo un espacio de acercamiento, donde nos adentramos tanto en la recamara de Dios, que no deseamos salir porque estando allí podemos conocer verdades que han estado permanente frente a nosotros, las cuales no percibimos por una visión espiritual afectada por el pecado, que comienza a abrirse a medida que avanzamos, llegando a constituirse en una revelación personal de Dios en cuanto a su carácter y propósitos específicos para nuestra vida. En ese momento de intimidad, Dios ya no es el Dios del universo, Dios se convierte en tu Dios cercano y personal, revelado en la persona de Jesús a través de su maravilloso plan de salvación.
La oración que hoy hacemos nos sirve solo para las necesidades de este día, por lo que debemos recurrir diariamente al santuario de Dios, a buscar nuestra ración diaria de intimidad con El, porque antes que pedirle el sustento diario, debemos conocer más al proveedor y sustentador de todo lo creado.
Ahora mismo te invito a que hagas un alto en tu cotidianidad y comiences este nuevo día, con unos minutos de oración con Dios, que aunque te parezcan breves te pondrán en la dirección correcta. Toma la llave que hace que el cielo se abra ante ti. No temas, no importa que no tengas entrenamiento previo. Al fin y al cabo a orar se aprende orando. (regilmedina@hotmail.com; www.regilmedina.us.tt).