La inútil búsqueda del líder carismático

La inútil búsqueda del líder carismático

En nuestro país, es recurrente la expresión/lamento de que no tenemos líderes de la dimensión de Bosch, Peña Gómez y Balaguer; el lamento es el mismo en otros países cuando rememoran sus grandes líderes del pasado. La incomprensión de que en la presente época ya no se producen líderes carismáticos lleva a muchos a exigirle a algunos dirigentes unas condiciones que simplemente no pueden tener y otros a creerse la ilusión de que están destinados a ser ese gran conductor/redentor inútilmente esperado.
Los tiempos de ahora son en extremo diferentes a aquellos de esos grandes líderes, a los cuales se les atribuían (y realmente tenían) cualidades excepcionales que los distanciaban enormemente de los otros mortales. Los conocimientos y experiencias de esas grandes figuras los situaban muy por encima de los conocimientos y experiencias de la gente común. Hoy, dado la gran revolución de la comunicación se ha democratizado el acceso al conocimiento, reduciendo drásticamente esa brecha que antes existía entre dirigente y dirigido, entre profesor y alumno.
Anteriormente se vivían los tiempos de los grandes debates políticos, ideales y culturales, en ese contexto las grandes figuras constituían referencias de esos debates, por lo cual se ampliaba las pasiones, devociones o rechazo hacia esas figuras y de alguna manera eso acrecentaba o disminuía sus dimensiones. Eran tiempos de los grandes movimientos políticos, sindicales, sociales y/o culturales, de las grandes luchas entre clases y grupos sociales alrededor de proyectos colectivos que motivaban una sostenida participación de la gente.
Hoy vivimos la época de las grandes decepciones, de la crisis y/o fracasos de los grandes proyectos de transformación político/social, del miedo al futuro que induce a la gente a refugiarse en proyectos individuales, buscando en ellos su particular seguridad. Esa circunstancia y las nuevas formas de interacción social producida por la revolución de la comunicación han creado un contexto de fuga hacia los espacios privados e indiferencia colectiva que dificulta la aparición de ese gran líder del pasado.
A modo de ejemplo, pedirle y hasta exigirle a Luis Abinader que se convierta en el líder “que logre arrastrar detrás de sí a los diferentes sectores políticos y sociales del país”, es pedir lo imposible. No existen las condiciones de otros tiempos para que esos sectores sigan con la vehemencia y hasta ceguera conque antes se seguía a los grandes dirigentes. Podría exigírsele un discurso que vaya más allá de secuenciar denuncias, pasando a una mejor elaboración de su propuesta de sociedad, pero no que se convierta en lo que la realidad no le permitirá convertirse.
En los casos de Minou Tavárez y Guillermo Moreno, se cae en otra trampa. Ambos parece que se proponen ser esa gran figura nacional redentora que algunos esperan. Sin embargo, en esta época sólo los movimientos crean grandes líderes y desafortunadamente, esos movimientos como los liderazgos que de estos surgen, son de corta duración.Ambos apuestan a la construcción de un partido para impulsar sus respectivos proyectos, pero hoy difícilmente surgen líderes carismáticos de aparatos políticos como los partidos.
En estos tiempos, sólo direcciones colectivas, democráticas y de vocación unitaria pueden lograr una efectiva y sostenida vinculación con la población.

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