Inversión extranjera aumentó en 30 por ciento en el primer semestre del presente año, un nivel de crecimiento inferior al registrado en el mismo período para toda la región de América Latina y el Caribe, que fue de 45 por ciento, según el informa que acaba de divulgar la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

La inversión extranjera directa que recibió el país ascendió a 947 millones de dólares en el período enero-junio de 2011, contra 731  millones de dólares en igual período de 2010.

Con relación a los países de Centroamérica, la República Dominicana ocupó el cuarto lugar en mayor crecimiento, después de El Salvador, donde la inversión extranjera directa creció en el período en 1,404 por ciento; Guatemala, con un crecimiento de 54 por ciento, y Costa Rica, con un crecimiento de 45 por ciento.

 Nicaragua tuvo un crecimiento similar al de la República Dominicana, mientras que en Honduras la inversión extranjera directa creció en 15 por ciento, y en Panamá en un 17%.

 El crecimiento de 45 por ciento de la inversión extranjera directa en  América Latina y el Caribe fue mayor al aumento registrado en el 2010 con respecto al 2011, que fue de 40 por ciento, según datos de la propia CEPAL. Este comportamiento de la inversión muestra una  gran resiliencia frente a la crisis financiera internacional.

En el año  2010  la región de Latinoamérica y el Caribe  registró el mayor crecimiento, tanto en la recepción como en la emisión de flujos de inversión extranjera directa (IED) a nivel mundial.

La recuperación de la IED en la región se enmarca en un contexto en que los países en desarrollo han aumentado su participación en los flujos de IED, tanto en calidad de receptores como de emisores.

La IED ha desempeñado un papel fundamental en el proceso de desarrollo de Centroamérica, Panamá y la República Dominicana (en adelante la subregión en las últimas décadas. Desde los años ochenta, estos países implementaron un conjunto de reformas económicas orientadas a establecer un nuevo modelo de inserción internacional y desarrollo económico, cuyos pilares fueron la liberalización del comercio exterior, la promoción del sector exportador y la eliminación de las barreras a la inversión extranjera directa.

El principal atractivo del Tratado de Libre Comercio entre la República Dominicana, Centroamérica y los Estados Unidos se centraba en la posibilidad de generar nuevos flujos de inversiones de los Estados Unidos y el Canadá a los países de la subregión, que profundizarían su especialización como plataforma exportadora. 

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Con la firma del Tratado de Libre Comercio entre la República Dominicana, Centroamérica y los Estados Unidos  se esperaban ganancias de eficiencia estáticas y dinámicas, y externalidades tecnológicas y pecuniarias con distintos impactos, directos e indirectos, según ramas de actividad, sectores o empresas.

Beneficio para la sociedad

Estas ganancias de eficiencia afectarían a su vez, mediante diversos mecanismos de transmisión, a la actividad económica y el bienestar de la sociedad.