La irracional explotación saliniza las reservas de agua subterránea

La irracional explotación saliniza las reservas de agua subterránea

Deslizándonos en el flamante tren del “progreso”, el crecimiento económico impulsó edificios en altura abastecidos con agua de pozos, cavando las ciudades para extraerla de acuíferos subterráneos, intensivamente utilizados por el turismo en zonas costeras, con severos daños de intrusión salina, al mezclarse con el agua de mar.

La sobreexplotación saliniza el agua dulce del subsuelo, agota las reservas, inhabilita los pozos, obligando a buscar nuevas captaciones.

En la planicie oriental, que se extiende de Santo Domingo a Punta Cana, el agua subterránea corre el riesgo de reducirse sustancialmente por la excesiva extracción sin normas ni controles.

El hiperconsumo y la eliminación no regulada de las aguas residuales que contaminan el subsuelo, crean problemas que podrían ser irreversibles.

Acortan la vida. La sobreexplotación y contaminación acortan la vida de esos bancos de agua en las profundidades rocosas, un importante recurso económico y ecológico, sobre todo en las regiones más áridas.

Como presas naturales, conservan el agua almacenada, la que junto a los caudales superficiales componen el patrimonio hídrico nacional, un recurso finito que debe manejarse en forma racional y sustentable.

Mas, su consumo en mayor cantidad que la que se repone con la infiltración de las lluvias, provoca un descenso en el nivel freático, el punto de equilibrio para evitar que el agua salada fluya hacia el subsuelo y se mezcle con el agua dulce.

Provisión. La dotación de acuíferos subterráneos del país se estima en 1,510 millones de metros cúbicos. Una buena provisión, pero además de mermar este importante recurso, los daños generados por la inadecuada explotación afectan la flora y la fauna.

De la producción anual, la mayor proporción se destina a uso doméstico y agroindustrial. El 40% para agua potable y 13% en riego. Parte del agua servida por los acueductos proviene de agua del subsuelo. Una desventaja es el uso de electricidad, debido a los trastornos por “apagones” que azotan las electrobombas en los campos de pozos.

Esto limita el servicio de agua en la Capital y otras ciudades, donde crece la tendencia a la apertura de pozos con fines potables o para aguas negras.

Proyectos turísticos. En la región Este, escasa en corrientes superficiales, el agua del subsuelo ha tenido un elevado aprovechamiento por el turismo, desde Macao, Cortecito, Bávaro, Cabeza de Toro, Punta Cana, Ruanillo, Yuma, Bayahíbe, Chavón, Cumayasa y la llanura oriental del Soco.

La desmesurada explotación en esas áreas costeras afecta los acuíferos, detectándose altos niveles de intrusión salina, la que en algunos sitios llega a casi 20 kilómetros tierra adentro.

La situación es particularmente crítica en áreas turísticas de Boca Chica y Juan Dolio, San Pedro de Macorís; Punta Cana, Bávaro y Boca de Yuma, en Higüey, y La Romana.

En la región hay acuíferos de mediana y baja calidad, con un peligroso descenso del nivel freático que ha ocasionado un desequilibrio por la excesiva extracción y limitada descarga.

Impacto ecológico. El uso irracional genera impactos ecológicos a causa de bombeos inadecuados y mal controlados, como ocurre en campos de pozos para proveer agua potable.

Con frecuencia no aplican las especificaciones técnicas ni de supervisión, se desconocen los parámetros hidrogeológicos.

La extracción debe estar precedida de estudios, de modo que el agua que se saque no rebase la capacidad de recarga del acuífero, para que no supere a la que penetra al subsuelo con las lluvias.

Calidad. Pese a su “dureza” por la concentración de minerales, el agua del subsuelo es de buena calidad, salvo áreas costeras de condiciones topográficas bajas en el Este, la parte baja de Neiba y la Plena de Azua, afectadas por intrusión salina.

No obstante, la calidad se altera, proliferan los focos contaminantes y debe ser monitoreada.

En muestras de agua potable de pozos públicos ubicados en el Suroeste y Sureste detectaron coliformes totales y fecales, y enterococcus causantes de infecciones urinarias y meningitis.

Contaminación bacteriológica se verificó, además, en nueve puntos de agua subterránea procedentes de las cordilleras Central, Septentrional y Oriental, no apta para uso humano.

La calidad del agua del subsuelo que consumen miles de familias abastecidas con pozos, se adultera con los contaminantes químicos o biológicos contenidos en residuos domésticos e industriales.

Comunidades surgidas en zonas urbanas y los alrededores de grandes hoteles, con frecuencia carecen de un sistema adecuado de saneamiento.

Una alta proporción de las aguas residuales y desechos pluviales se descargan a través de fosas sépticas y filtrantes, contaminando el acuífero subterráneo usado como fuente.

Las aguas negras invaden los acuíferos con bacterias y microorganismos, nitratos y otros tóxicos que obligan a abandonar pozos productivos y perjudican la salud. Provocan infecciones de la piel, oídos, vaginales y dentales, entre otras.

Su uso para disposición de excretas degrada la calidad en acuíferos del Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo, donde la topografía y conformación del terreno es proclive a la polución con pozos sépticos y aguas negras por falta de alcantarillado.

En pozos de ambas márgenes del río Ozama se han detectado pseudomonas y bacterias que proceden de heces fecales por la cercanía de letrinas.

El sitio de extracción debe estar lejos de las fuentes de polución para eliminar o reducir riesgos. La distancia mínima de seguridad varía con las condiciones geológicas e hidrogeológicas de la zona y cantidad previsible de contaminantes.

La prevención es importante. La polución de acuíferos debe evitarse, puesto que la rehabilitación es costosa. Entre las metodologías utilizadas figuran:

Barreras físicas en la línea costera, barreras hidráulicas de inyección, recarga artificial, reducción del volumen extraído, reubicación de pozos y depresión de la cuña salina por bombeo.

Potencial. Los acuíferos de mayor flujo potencial están en la Planicie Costera del Este y los situados sobre aluviones y depósitos en roca caliza marina, con profundidad de hasta 100 metros y capacidad de aportar 800 litros por minuto.

La superficie más amplia se encuentra en la región hidrogeológica de la Cordillera Central, con depósitos de unos 500 metros de profundidad y flujo de 20 litros por minuto.

De suma importancia es la reserva de la Sabana de Guabatico o la llanura al sur del Parque Nacional Los Haitises, por el gran flujo desde esa zona kárstica, como evidencia la gran cantidad de lagunas entre los ríos Ozama e Higuamo.

Si no se utilizan en forma sostenible, con normas y controles, el nivel freático del agua dulce bajará a un ritmo perjudicial y crecerá el riesgo de perder acuíferos productivos.

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