La isla de Constanza

La isla de Constanza

HAMLET HERMANN
¿Cuántas veces habremos hablado de la incomunicación de regiones y de ciudades dominicanas debido a la falta de previsión en torno a los fenómenos atmosféricos? Por improvisadores que somos seguimos poniendo candado después de que nos roban.  Por cercano no puede haberse olvidado el aislamiento que sufrió la región Este del país cuando nos azotó el huracán Jeanne. Obras Públicas tuvo que mandarse a correr y gracias a una gestión gerencial eficiente, pudieron en breve plazo enlazar de nuevo esa región turística con el resto del país. En cuanto a la capital dominicana, varias veces hemos advertido que los puentes que la comunican se están cayendo a corto plazo y no percibimos que se hagan planes para la sustitución que corresponde con carácter de urgencia.

Ahora le tocó el turno al valle de Constanza, un tesoro nacional que espera porque alguien descubra sus cualidades. Los titulares de prensa y las fotografías que los acompañan muestran los derrumbes que han tenido lugar esta semana en la carretera de Casabito.

Ese valle intra-montano parece estar condenado a la incomunicación mientras se siga tratando esa carretera con la política del “paño con pasta” cada vez que hay un gran derrumbe. Ahora que el aislamiento es casi absoluto, algunos volverán a mencionar la necesidad impostergable de habilitar la antigua pista de aterrizaje cerca del poblado de Constanza. Se tiene que pensar en futuro porque más temprano que tarde esa obra tendrá que ser realizada, dados los servicios que podría ofrecer. Justo es reconocer que tan pronto Sigfrido Pared asumió la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas en agosto pasado, emitió un memorando ordenando que los militares suspendieran el uso de los terrenos de las parcelas en las que está situada la pista como áreas de cultivo de hortalizas. Desde entonces el ministro de los guardias veía la posibilidad de que se rehabilitara y ampliara aquella instalación militar para que diera servicio a todos los sectores de la nación, criterio este que compartimos.

Por igual, el año pasado habíamos empezado a preparar un anteproyecto que permitiera convertir la antigua pista de dos kilómetros de longitud en un moderno aeropuerto. Con alguna visión de futuro, con un poco de conocimiento de la ingeniería y con calificado asesoramiento profesional preparamos un estudio para transformar la pista de aterrizaje en un aeropuerto turístico y comercial de importancia. No debía sorprender esta hipótesis si se comparara la potencialidad de un aeropuerto en Constanza con experiencias anteriores. Cuando el aeropuerto de Punta Cana empezó a operar, dicha zona sólo contaba con 320 habitaciones hoteleras. Ellos alcanzarían los 400 mil pasajeros anuales cuando el área apenas ofrecía 8 mil 300 habitaciones hoteleras. Hoy sobrepasan el millón y medio de visitantes cada año. Constanza tiene hoy 211 habitaciones disponibles para el turista y, con esa capacidad, el aeropuerto a construirse podría recibir 62 mil pasajeros desde el primer año de operación. Para los que conocemos sus potencialidades, no nos sorprendería que ese valle se convirtiera en el Punta Cana de la cordillera Central.

Si se crearan las condiciones necesarias y suficientes para un pequeño aeropuerto moderno, Constanza se constituiría en el refugio por excelencia de las aeronaves medianas del Caribe y Centroamérica en caso de huracanes que afecten otros aeropuertos o países del área. Asimismo serviría como vanguardia operativa en la protección del medio ambiente y como centro de operaciones y aprovisionamiento para combatir incendios forestales y realizar operaciones de rescate en la cordillera Central. Facilitaría el comercio de los productos agrícolas y bienes terminados de la zona al tiempo que permitiría que éstos llegaran en mejores condiciones a su destino final. Con las agradables condiciones climáticas predominantes durante todo el año, un aeropuerto allí podría convertirse en el motor del desarrollo del turismo de montaña y permitiría que se hicieran conexiones con otros centros del área del Caribe. Con ese vínculo garantizado se evitaría el aislamiento y la región se colocaría en contacto directo con personas y organizaciones nacionales y extranjeras, lo cual contribuiría al avance cultural y profesional de sus pobladores.

No hay mal que por bien no venga. Quizás los derrumbes montañosos que impiden el paso hacia el valle sean la señal que nos oriente para dar el paso de modernidad con el aeropuerto que muestre a Constanza como el diamante en bruto que es.

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