La isla de Lamma, paraíso en los mares de China

La isla de Lamma, paraíso en los mares de China

Sin coches, atascos, aglomeraciones o ruido, Lamma es un bellísimo remanso de tranquilidad en pleno mar del Sur de la China, donde no llegan las prisas del centro financiero y cuyos seis mil habitantes han aprendido a vivir un tipo de vida rural y bohemia donde todo está tolerado y donde las «buenas vibraciones» son la principal prioridad.

Lamma, con su superficie de apenas 14 kilómetros cuadrados, es un paraíso de naturaleza virgen y vistas de ensueño al que se llega en un viejo transbordador que sale cada media hora del centro de Hong Kong. Desde allí, y por unos dos dólares estadounidenses, los barcos parten con destino a los dos principales poblados de la isla: Yung Shue Wan y Shok Kwu Wan.

En ellos, rodeados por restaurantes donde el marisco se ofrece vivo y donde dominan las tiendas de artesanía, una interesante colonia de artistas, fotógrafos, escritores y gente diferente ha optado por tomarse la vida de otra manera.

Y es que esta pequeña isla, tan encantadora, es uno de esos lugares por donde el tiempo parece no pasar. Si se tiene suerte, y el barco, polvoriento y sobrecargado, no está repleto de turistas chinos con ganas de escapar de la ciudad, el paseo ofrece una vista maravillosa de las 324 «islas periféricas», muchas de ellas despobladas, que componen la Región Administrativa Especial de Hong Kong, ahora ya parte integral de China.

TAN CERCA DEL MAR

Lo primero que alcanza a ver el viajero al aproximarse a Yung Shue Wan, la zona más popular de la isla, es un pequeño muelle tomado por pequeños juncos de pescadores. Los pescadores son la médula espinal de la isla, y de su relación con el mar derivan las principales festividades locales y muchas tradiciones ancestrales. Además del Festival del Dragón, del Festival del Medio Otoño, o del Año Nuevo Chino, que son las fiestas más celebradas en esta parte del mundo, los isleños de Lamma también celebran el Festival de Tin Hau.

Durante el Festival de Tin Hau, que tiene lugar durante el vigésimo tercer día del tercer mes lunar, según el calendario chino, las comunidades de pescadores adoran a la diosa del mar, y le presentan ofrendas en forma de flores de papel llamadas «fa pau». Y todo para que la diosa les conceda salidas prósperas y mar en calma. Tal es su fervor, que los dos principales templos budistas de la isla –uno a cada extremo, y construidos al mismo tiempo, en 1826– están dedicados a ella.

Otro de los grandes placeres de Lamma, además de comer marisco fresco frente a la bahía, o pasear por la llamada simplemente «Main Street» (Calle Principal), es recorrer la isla de punta a punta a primera hora de la mañana, poco después del amanecer. Lamma ofrece una interesante variedad de establecimientos donde pasar la noche. Un par de ellos son especialmente agradables y ofrecen habitaciones grandes, con vistas exquisitas, desde los 35-45 dólares la noche. Aunque, no obstante, hay que tener cuidado, porque los fines de semana los precios se duplican.

La senda que une Yung Shue Wan y Sok Kwu Wan se recorre en dos horas de camino. Por el camino, abierto hace años para permitir el descanso de domingueros y turistas de fin de semana, uno se topa con otros curiosos restaurantes, que ofrecen variedades locales como la carne de paloma.

Para los ansiosos de la historia, la isla aún conserva algunas de las cuevas donde se escondían las lanchas «kamikaze» japonesas, durante la Segunda Guerra Mundial, para atacar a los navíos de guerra de la armada imperial británica. Más allá, en la bahía de Sham Wan, donde cientos de tortugas marinas llegan cada año a poner sus huevos, se pueden encontrar los asentamientos humanos más antiguos de la zona, de cinco o seis mil años de antigüedad.

DATOS DEL VIAJERO

Cómo llegar. A la isla de Lamma se llega en un transbordador que sale, cada media hora, desde primera hora de la mañana, y hasta medianoche, del muelle número cuatro del Distrito Central de Hong Kong. El paseo dura algo más de media hora, y cuesta 1,40 dólares, entre semana, 2,5 dólares, los fines de semana.

A Hong Kong, la última gran colonia británica, que forma parte de China desde 1997, llegan cientos de aviones cada día. Cathay Pacific Airways, su principal aerolínea, ofrece vuelos directos desde Londres y conecta con la mayoría de capitales del mundo, incluidas Madrid y Barcelona. British Airways opera dos vuelos diarios desde Londres, y Air France vuela desde París.

Su aeropuerto internacional, Chek Lap Kok, ha sido elegido por cuarto año consecutivo el mejor aeropuerto del mundo, y merece la pena por sí mismo.

Qué comer. Lamma es famosa por sus restaurantes de marisco al aire libre, con vistas al océano Pacífico. Lamcombe es uno de los más conocidos pero, junto a él, en Main Street, es interesante echar un vistazo a la variedad de establecimientos que exponen el marisco vivo, recién sacado del mar, para que a sus clientes se les haga la boca agua mientras esperan que el cocinero los prepare. Mientras que los de Yung Shue Wan son los favoritos de los residentes, la aldea de Shok Kwu Wan ofrece un servicio adaptado al gusto occidental.

Dónde dormir. Para el que quiera disfrutar de un par de noches en Lamma, la mejor opción es una de las nueve habitaciones del pequeño y cómodo hotel Man Lai Wah, al final del muelle de Yung Shue Wan. Los precios de las habitaciones oscilan entre los 45 y los 75 dólares. Por su parte, el Sunrise Holiday Resort ofrece 10 habitaciones por un precio de entre 35-50 dólares, entre semana, cuyo precio sube a 70-97 los fines de semana.

Datos de interés. La autoridad turística de Hong Kong ofrece inacabable información en la página web www.discoverhongkong.com, que tiene versión en castellano. Una vez en Hong Kong, es conveniente hacerse con uno de los muchos folletos que publica la propia oficina de turismo, con el título de «Hong Kong Walks» («Paseos por Hong Kong»), y que propone rutas guiadas por los lugares más destacables de Hong Kong, y entre ellos, la isla de Lamma.

En toda la Región Administrativa Especial de Hong Kong, la moneda de curso legal es el dólar de Hong Kong, cuya paridad fija es de 7,78 dólares por cada dólar estadounidense.

UN LUGAR DONDE RIGEN OTRAS NORMAS

Ante todo, Lamma es un lugar donde no se aplican a rajatabla las estrictas normas de comportamiento que han hecho de Hong Kong la ciudad más ordenada del mundo. En Lamma, no se multa a nadie por tirar un papel al suelo –la multa en la gran ciudad es de 1.500 dólares de Hong Kong (casi 200 dólares de Estados Unidos)– y la existencia es infinitamente más relajada. Sin coches ni transporte público, la única manera de desplazarse por ella es andando. Las casas nunca superan los tres pisos, muchas están pintadas de colores vivos y otras están recubiertas de azulejo blanco, según la tradición arquitectónica del sur de China.

Después de la isla de Lantau y de la propia isla de Hong Kong, Lamma, o «Po Li Chau», es la más grande de las que forman esta región china. El principal atractivo de Lamma es siempre la tranquilidad que ofrece, la vida contemplativa y reposada, y todo por un precio muy inferior al que se paga justo enfrente, en el barrio honkonguense de Aberdeen. Los fines de semana, Lamma está tomada por turistas, pero el resto de los días, los comerciantes exponen sus mercancías en el suelo de la calle y los granjeros exponen sus hierbas medicinales en pequeños cafés abiertos entre la jungla.

A pesar de que, hasta mediados de siglo, únicamente vivían allí pescadores, en los últimos años se ha desarrollado allí una comunidad de occidentales que quieren disfrutar de todos los beneficios de la vida organizada de Hong Kong, pero sin sufrir estrés. El poblado de Yung Shue Wan tiene un aire especial: sus calles están plagadas de cafetines donde los artistas trabajan y donde los más pensativos beben zumos de frutas tropicales; también hay tiendas de artesanía traída de todos los lugares de Asia, restaurantes cosmopolitas, como si hubieran sido extraídos con bisturí, de Londres o Nueva York, y bares irlandeses con música jazz.

Sok Kwu Wan, por el contrario, está consagrada a los restaurantes de mariscos, y ofrece una vista pintoresca del resto de la isla. En resumen, una alternativa ecléctica a la rutina veloz de la gran ciudad, aunque qué otra cosa se puede decir del lugar donde nació el célebre actor Chow Yun-fat, heredero, junto a Jackie Chan, del legado de Bruce Lee.

Unidos ante el agresor

La piedra en el zapato de Lamma es una gran fábrica de energía eléctrica situada a tan sólo 500 metros de Yung Shue Wan, que desde principios de los 90 proporciona luz tanto a Lamma como a los seis millones de personas que viven y consumen en la isla de Hong Kong. Coronada con tres horrorosas y amenazadoras chimeneas, la estación es un ejemplo más de los sacrificios que tiene que llevar a cabo el paraíso para entrar en la modernidad.

Quema tres millones y medio de toneladas al año (diez mil toneladas al día) para la isla y, en este momento, el omnipotente gobierno de Hong Kong tiene previsto expandirla, para quemar basura allí. Ante estas amenazas, su comunidad se une siempre frente al agresor. Hace tres años, cuando algunos constructores intentaron urbanizar la isla y crear un distrito comercial y residencial, cientos de vecinos protestaron hasta que fueron capaces de paralizar el proyecto.

Y es que algunos, con cierta razón, no están dispuestos a que Lamma, alejada del turismo masivo y de los grandes proyectos inmobiliarios, deje de ser uno de los últimos lugares recónditos del mar del Sur de la China.

EFE REPORTAJE

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