A nadie debe sorprender que los miembros titulares de la Junta Central Electoral Eddy Olivares y José Angel Aquino declararan a la prensa que no pueden opinar sobre la petición de asesoría electoral formulada por Haití porque se enteraron por los periódicos,  al igual que el resto del país, de esa solicitud, pues el doctor Roberto Rosario, su presidente, nunca ha entendido que se trata de un organismo colegiado. Ese estilo soberbio y personalista hizo crisis durante el pasado proceso electoral, cuando el presidente de la JCE sorprendió  con la denuncia  de que la oposición fraguaba un boicot  a las elecciones con la renuncia, apenas 24 horas antes de las votaciones, de más de 3,000 técnicos contratados para trabajar en las mesas electorales, y esta es la hora que sus compañeros del Pleno, al igual que la opinión pública, están a la espera de que aporte las pruebas de esa denuncia así como los nombres de los 3,000 técnicos que supuestamente renunciaron. La ayuda solicitada por nuestros vecinos para el montaje de las elecciones del próximo 9 de octubre, que  debería recibir una respuesta positiva para nuestra propia tranquilidad, ha vuelto a poner en evidencia la naturaleza autoritaria de su personalidad, a todas luces incompatible con la condición de árbitro que ostenta por obra y gracia del PLD y su voluntad de perpetuarse en el poder. Lo que  quiere decir que si regresa, como quisieran algunos miembros del Comité Político, sería obedeciendo a esa misma voluntad y para continuar comportándose como si la JCE fuera su isla privada.