La isla invadida

La isla invadida

POR FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Por dos razones muy distintas, pero al final coincidentes, la isla de Quisqueya, está siendo invadida por dos fuerzas disímiles, mientras una se apoya en las armas para el caso haitiano, la otra, se apoya en los economistas y sus páginas electrónicas de los ordenadores para el caso dominicano. Ambos de particular importancia para los Estados Unidos y Canadá, por estar la isla en el patio trasero, o la tercera frontera, de América del Norte.

La salida de Aristide del poder abrió la oportunidad para que las grandes potencias se manifestaran en la anhelada ayuda, que por años, se le había prometido al pueblo haitiano. Nunca se concretizaba, aduciendo diversas razones, pero el mayor rechazo era el elevado grado de contaminación de los gobiernos haitianos con el narcotráfico y el puente que significaba el trasiego hacia el gran mercado de los Estados Unidos.

El elevado grado de aceptación del narcotráfico, para la parte occidental de la isla fuera el canal apropiado para hacer llegar fácilmente la cocaína a los norteamericanos amantes de su consumo, había contaminado por completo a los funcionarios haitianos, que así, nunca recibirían la ayuda que se les había prometido cuando Aristide fue repuesto en el poder.

Ahora Haití disfruta de otro panorama. Y el que tan fácilmente se alcanzara una suma billonaria de dólares para acudir en su ayuda, invadida por centenares de los cascos azules de las Naciones Unidas, que casi ya controlan el orden público y poco a poco están llevando el orden a las calles haitianas que antes eran controladas por turbas, supuestos rebeldes o partidarios del lavalás. Por eso, Haití, podría tener una salida viable que le llevaría cierta estabilidad, y a la vez, disminuiría la migración hacia Dominicana, Canada, a la Florida e incluso Francia arrastrando el peligro de ser los mayores portadores del VIH positivo.

Al otro lado de la isla, en la parte oriental, Dominicana se debate en los estertores del gobierno más inepto de los últimos 40 años, que ha dejado la economía exhausta y como una tarea gigantesca para el nuevo gobierno, que se iniciará dentro de unas dos semanas. Y en medio del apagón general que ya padecemos, nos comienzan a llegar las misiones de economistas para enderezar las finanzas y a la economía. Y si el caso haitiano se necesitaba de la fuerza militar para ordenar al país, aquí se necesita la fuerza de los economistas para aclarar las finanzas y colocar en orden las mismas, y a la vez, disciplinar el gasto público, de manera que se vuelva a aquellos índices de crecimiento de la década del 90. Pero lo más importante es que se les garantice a tantos prestamistas, incluyendo entidades norteamericanas como el Eximbank, el mismo Banco Mundial y los acreedores del Club de París que se les retornará el dinero que tan alegremente facilitaron a la administración pepehachista, cuyo mayor logro, fue hundir al país en la pobreza y en un apagón infernal.

Los dos casas de la isla, uno marcado por la existencia de orden público, y la otra marcada por una agudizada corrupción, que no solo ha afectado el manejo de los recursos públicos, sino que se extiende a sectores privados en donde la evasión fiscal permea a sectores privados en donde la evasión fiscal permea a sectores que no les gusta cumplir sus compromisos tributarios debido a que esos pagos se dilapidan hacia fortunas de los funcionarios, obras mal hechas, en botellas, etc. Se espera que en pocas semanas el ambiente será otro, por tanto es probable que esa invasión de economistas, que vienen a colaborar y a vigilar a las nuevas autoridades del PLD, se darán cuenta que la economía dominicana puede resurgir de sus cenizas como lo hizo en 1966 y en 1991, y también en 1987, de forma que la maquinaria productiva estará más decidida a cumplir las obligaciones fiscales. La nueva administración, junto a las economistas invasores, estará en condiciones de atender y auditar tantos préstamos para desmenuzarlos uno a uno y ver si llegaron, y se invirtieron, ese dinero.

El ejército armado con fusiles para Haití y el de los economistas para el caso dominicano, tiene la similitud de que vienen a hacer lo que los nativos no pudieron hacer, o no han querido, de imponer el orden. Y es que para el caso dominicano el desorden que ha provocado la corrupción es preocupación de todos los países que tienen relaciones con Dominicana. La prédica constante de sus emisarios más señeros, Taylor, Amado, Felipe González, Hertell, los obispos, la Brineman, etc, es de una necesidad para atacar la corrupción de raíz, ya que de otra manera, se nos van a cerrar las puertas. Pero si hay seguridad de que se atacará la corrupción a partir del 16 de agosto, no será necesaria la reforma fiscal que se ha propuesto y que ya está dando vueltas en el Congreso como anunciando su opacamiento.

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