El periódico Acento ha organizado un amplio espacio para recoger las opiniones de numerosos dirigentes de las principales organizaciones, militantes e individuos que han jalonado la historia de la izquierda dominicana. Las interpretaciones de esa historia, las informaciones, y discusiones que se han producido en ese espacio constituyen un importante insumo para hacer un balance sobre su práctica que permita establecer con objetividad y rigor, el significado de esa corriente política en el proceso político y sobre sus aportes a la conciencia democrática que existe en nuestra sociedad. Pero, para lograr ese objetivo debería hacerse una sistematización de las exposiciones hechas en ese espacio y profundizar aspectos importantes temas tratados.
Cierto es que, algunas exposiciones discurrieron en el ámbito de lo anecdótico, y que se evidenció una notable diferencia en cuanto a profundidad, calidad y objetividad entre muchas de ella, pero creo que, de lograrse una adecuada ampliación de algunos temas tocados por algunos participantes de mantera tangencial o poco desarrollados, podría situarse más objetivamente el papel de la izquierda en la construcción de la democracia dominicana. Fueron recurrentes las referencias a los temas de su limitada comprensión del significado de la victoria del PRD en el 63, del momento post Insurrección de Abril del 65, del lastre que ha significado los 30 años la tiranía trujillista para la sociedad en general y particularmente en los sectores progresistas.
En el discurrir de esas intervenciones quedó claro el papel relevante de esta corriente en la lucha contra los remantes del trujillato y la derecha dominicana que hizo posible el primer gobierno elegido democráticamente en el país en más de medio siglo: el gobierno de Bosch, la importancia de su resistencia a la intervención norteamericana y a los doce años de represión balaguerista, que son periodos claves en la lucha poros derechos y valores básicos de la democracia. Paradójicamente, son los momentos en que la izquierda ha cometido sus mayores desaciertos. Esta pensó, después del final de la insurrección de abril, que era posible producir una ruptura violenta del orden establecido por los norteamericanos a través de Balaguer, siendo nefasta la consecuencia. No reparó que el camino era la política y, si posible, luchar por reformas junto al PRD.
En la reflexión sobre estas cuestiones, en la defensa de esos valores democráticos radica la posibilidad la izquierda para superar sus debilidades y junto a otros sectores políticos que también se han batido por la democracia, enfrentar la bestia de la intolerancia que, más que amenaza, ya está causando muertes, limitación de derechos y de conquistas.