La izquierda ya no es izquierda

La izquierda ya no es izquierda

“La propiedad privada es el origen de los males, y una revolución debe poner los bienes en manos del Estado”.

El socialismo es igualitarismo, pues todos somos obreros, y todos somos propietarios comunes de los bienes de producción. El Manifiesto Comunista era un llamado a los obreros de todo el mundo a rebelarse contra la burguesía para establecer la Dictadura del Proletariado. Ese sueño embriagó a mi generación, y por eso quise ir a Cuba a cortar caña cuando Fidel convocó aquella zafra de los diez millones, y cuando Adolfo Pérez, comandante del frente guerrillero del Este, me lanzó el reto, consideré por un tiempo la posibilidad de integrarme, aunque no lo hice, por escrúpulos que todavía tengo contra el método violento.
Cayó el muro de Berlín, y vino la Perestroika, y estamos en un nuevo siglo, y, aunque muchos -ni en la izquierda ni en la derecha- se hayan dado cuenta, el marxismo se agotó, y estoy seguro que si Marx estuviera vivo ya no sería marxista. La izquierda de hoy es más postmodernista que marxista. Casi no se habla de los obreros, ni del imperialismo yanqui, y mucho menos de la revolución como “partera de la historia”. Hoy los temas son: ‘derechos de tercera generación’, para referirse a la agenda LGBT, o ‘derecho de la mujer’, para referirse al ‘derecho a decidir’ (incluso hasta el último día antes de parir), y ‘cuotas’ para la mujer en el congreso.
La derecha sigue luchando contra unos comunistas que ya no existen, y siguen su discurso como en los tiempos de la guerra fría. La diferencia real es en bioética, como es el aborto, la ideología de género y la agenda LGBT, algo que en el pasado pudo haber sucedido dentro de partidos de izquierda o partidos de derecha, mientras los grandes temas económicos quedan sin propuestas políticas claras.
Es la llamada crisis de las ideologías, y se ha llevado por la borda a la izquierda y a la derecha, e incluso a los partidos de centro, que también se han desnaturalizado. De modo que, ya no tenemos recetas válidas, sino el reto de buscar los nuevos caminos que el nuevo siglo requiere.

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