Rebecca Su plato favorito es la pizza, y aunque le gustan los pescados y mariscos, no consume el pez loro por principio. Del país sus destinos favoritos son Puerto Plata, Punta Cana, Samaná y Palmar de Ocoa. “Siempre he dicho que si estoy con alguien y no le gusta este lugar, lo boto” –ríe-. Del exterior le gusta México, país que tiene zonas protegidas, asegura que esto es notorio por la cantidad de sus peces.
La biodiversidad del mundo marino es única, colorida y fantástica. Su flora, fauna y ecosistema, tan rico y necesario para el buen equilibrio en el mundo, requiere un cuidado de conservación e implementación de medidas y es precisamente aquí cuando entra en acción la aptitud de la bióloga marina Rebecca García, una joven dominicana comprometida con esta disciplina desde el Grupo Puntacana.
Su trabajo consiste en repoblar los corales, algo de lo que se enorgullece y la hace sentir plena, así como de concienciar sobre el cuidado en el océano para reducir daños, realizar eventos de limpiezas mar adentro, educar vía sus redes sociales y, ocasionalmente, ayuda con la conservación de las tortugas marinas.
Cuenta que los destinos turísticos Palmar de Ocoa y Puerto Plata fueron responsables de su pasión por la vida marina, lugares de procedencia de sus padres Juan Andrés García y Claudia Camps. Estos los disfrutó mucho cuando era pequeña. “Me gustaba levantarme a las 6:00 de la mañana e ir con mi papá a practicar Snorkeling, Paddle Board y kite Surf en la playa, ir a pescar o andar con una tía en busca de caracoles para su artesanía”, expresa.
La monotonía no forma parte de su día a día y es algo que valora de su trabajo. “Siempre cambia y te hace pensar de manera diferente. Eso de hacer una programación no es posible porque un día el mar está perfecto y otro día no”.
Ríe al recordar la anécdota del día que encontraron una especie de coral de su tamaño, “¡Nunca había visto algo tan grande! Fue impactante”.
Desafíos
El biólogo marino además de estudiar los seres vivos que habitan en los ecosistemas marinos, evalúa qué tanto podría ser afectado por la actividad humana.
Rebecca dice que ha tenido que luchar con fundas plásticas enredadas en los corales, explicando que esto hace que el tejido vivo de esta especie muera, complicándoles respirar.
“Los corales son muy sensibles, se pueden estresar y arruinar su crecimiento, afectando los beneficios que ofrecen de proteger las costas, la producción de arena, la pesca y su propia biodiversidad”. Para rebeca resulta una incongruencia el que lugares que se promueven como súper ecológicos estén haciendo lo mal hecho y que detrás estén manos poderosas. “Uno quiere alertar sobre esto, pero es una lucha del pequeño contra el grande, entonces de querer actuar es posible que me nieguen un permiso o pase una cosa mayor”.
Hacia su carrera
Aunque es muy joven, 24 años, esta capitaleña nacida el 23 de abril de 1997, creó una plataforma desde su estadía en el colegio para llegar hoy día a ser bióloga marina. Realizó voluntariado, pasantía y colaboración con gente e instituciones que trabajaban en esta área, entendiendo que debía mantenerse activa para conseguir una oportunidad de empleo.
Atesora en su memoria cómo hacía shows para los niños dentro de la pecera de los tiburones y sus primeras prácticas incorporando todo tipo de corales.
En el año 2014, sin todavía contar con 18 años de edad, solicitó una pasantía en la fundación Puntacana. “No querían aceptarme por mi edad, pero insistí, y estuve con ellos por un mes y luego también fines de semana, realizando buceo y trasplante de corales”.
A los 15 años fue becada por la Universidad de Florida, dado que la carrera no existe en el país, también obtuvo media beca del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología. En 2020 logró la deseada oportunidad laboral al ser nombrada coordinadora de Conservación de Operaciones Marinas por el Grupo Puntacana.
Rebecca además formó parte de Fundemar como consultora para alternativa de pesca en Palmar de Ocoa, concienciando a los pescadores con opciones de trabajo, pues según datos, el exceso de pesca reduce las existencias de especies que están en veda, lo que causa un fuerte impacto en el ecosistema marino.
Educación
Desde su amada Palmar de Ocoa Rebecca aporta su granito de arena, realizando campañas de sensibilización para los niños de forma que puedan crecer apreciando el valor de su costa.
Es súper social y muy curiosa, apuesta por un cambio positivo en educación ambiental y por más posibilidad de empleo para biólogos marinos. Desea más ciudadanos conscientes y espera el día en “que no tendremos que ver a los pescadores tirarse a pescar con compresor que puede costarle la vida, y respeto por el tamaño de una especie”.