La joven pulcra

La joven pulcra

A pesar de la pobreza de su familia, aquella joven siempre lucía limpia de cuerpo y de vestimenta.

Y en las fiestecitas que se celebraban en su barrio de baja clase media, a los hombres les gustaba invitarla a bailar para sentir su perfumada proximidad.

Se sobreentiende que el perfume no correspondía a productos caros, sino a jabones, talcos y champús de precios asequibles.

En una ocasión en que dancé con la damita un bolero estuve a punto de dormirme, por el grato placer que me causaron los efluvios aromáticos provenientes de su piel acanelada.

La pulcra doncella tenía una figura esbelta, y su cara era hermosa, pero no podía decirse que era una estrella, o un monumento de mujer.

Sin embargo, le llovían los pretendientes, y algunos consideraron que se debía en parte a su apego estricto a los preceptos de la higiene.

Parece que ninguno de los que aspiraban a disfrutar de sus besos y caricias logró el objetivo mientras residió en su barrio natal.

Pero cuando una ráfaga de cuenca monetaria afectó a su familia tuvieron que trasladarse a otro ensanche donde la mayoría de sus moradores tenían situaciones económicas que iban de mal a peor.

Una tarde dominical la joven reapareció en el barrio como pasajera de un automóvil Mercedes Benz, conducido por un hombre corpulento, el cual presentó a todo el que se acercó a saludarla.

Cuando se marcharon, los comentarios versaron sobre la suerte de la muchacha al conquistar a un ricachón, pero también se habló de la maloliente metralleta sobacal que portaba su acompañante.

Y como era de esperar, alguien hizo alusión al hecho de que una mujer tan amante de la limpieza se involucrara en una relación amorosa con un hombre enemigo de la vieja combinación del agua y el jabón.

-Pero es obvio- señaló- que ante los ojos de ella ese caballero combina dos cosas, que son el agua de colonia de los billetes de banco, y el jabón de las tarjetas de crédito.

Las carcajadas provenientes de la frustración de los hombres y de la envidia de las mujeres no se hicieron esperar.

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