Ahora, después de lo ocurrido entre el procurador general de la República y la juez Miriam Germán, en plena sesión del Consejo Nacional de la Magistratura, se podrá entender mejor lo que tantas veces se ha expresado: el procurador no debe formar parte de ese órgano constitucional.
El procurador encarna una parte del proceso penal, la juez se supone un árbitro imparcial, cuya permanencia en su puesto no debe jamás depender de la voluntad de una de las partes.
En el mentado caso Odebrecht el actual procurador dijo: “Pedimos informaciones a más de 40 instituciones públicas y privadas en lo que se convirtió en el proceso de investigación más completo llevado a cabo en toda la historia dominicana”.
La juez Germán: “La teoría del MP no constituye prueba. Es su concepción de los hechos, los cuales deben ser probados”. Agregó: “La mayor parte de las pruebas que dice tener el MP son fruto de las delaciones premiadas que se han vertido en Brasil, pero una por una de esas delaciones no contienen afirmaciones tajantes sobre las actividades de los imputados. Abunda el “yo creo”, “me parece”, y en algunos casos una tajante negativa”.
A partir de estas diferencias, el Procurador se convenció de que “esta mujer me dañó el caso”. Tomó la decisión de vengar la hazaña de la juez y esperó su momento: la evaluación en el Consejo Nacional de la Magistratura, donde el asunto es de una sola vía. Así lo hizo. Sólo que las cosas no le salieron al jefe inmediato del Ministerio Público como lo había planeado, la buena fama de la juez, nueva vez le “dañó el caso”. Ya vemos que el reclamo de exclusión del procurador del CNM no es un capricho.