La jugada AL George Bush Planes modestos
resaltan la  pobreza de las ambiciones
de EEUU en la región

La jugada AL George Bush Planes modestos<BR>resaltan la <SPAN> pobreza de las ambiciones<BR></SPAN>de EEUU en la región

Comentario Editorial
El presidente George W. Bush ha hecho un inicio útil para reparar la reputación de su país en América Latina. Las bien acogidas nuevas ideas, introducidas durante una gira de seis días por la región incluyen una alianza de energía verde con Brasil y un nuevo énfasis en la ayuda para los pobres de la región. Indican que la administración, finalmente, está empezando a ampliar una agenda demasiado concentrada en el libre comercio, la seguridad y la guerra al narcotráfico. Pero si Bush quiere invertir el descenso sostenido de la influencia de EEUU, tiene que pensar m´s.

Bajo su presidencia, el sentimiento anti-EEUU se ha renovado por toda la región, subrayado por la influencia creciente en algunos países más pobres del presidente radical de Venezuela, Hugo Chávez.

En ese contexto, los modestos pasos de la semana pasada que significan las nuevas políticas van en la dirección correcta. Un financiamiento reducido, pero significativo, se ha dispuesto para que los latinoamericanos aprendan inglés y ayuden a más personas pobres a comprar casas. El plan del etanol pudiera permitirle a países más pequeños disminuir su dependencia del petróleo importado (con frecuencia, de Venezuela), y mediante el fortalecimiento de la relación de EEUU con la economía más poderosas de América del Sur ayudar a anclar la estabilidad regional.

Además, Bush ha reiterado su respaldo a un acuerdo que ayude a regularizar la situación de millones de trabajadores latinoamericanos ilegales que se encuentran actualmente en EEUU. Si tiene éxito, las relaciones con México estarían en un nuevo sendero. Todo esto edifica esfuerzos pacientes del Departamento de Estado por llevar un tono más pragmático a la política, en particular, al evitar choques retóricos con Chávez, que suelen funcionar favor del último. Sin embargo, hay mucho que hacer.

Las tarifas defendidas ferozmente y los subsidios que protegen a los productores estadounidenses de etanol son graves distorsiones del mercado y por ejemplo, debilitan el plan para el combustible verde. Sin embargo, Bush no tiene planes de reducirlos. Y tampoco está claro que pueda ganar el apoyo del Congreso para una reforma migratoria viable. Mientras tanto, la escala de los programas sociales y médicos que está desarrollando Chávez, y Fidel Castro, de Cuba, sirven para resaltar la pobreza de las ambiciones de EEUU.

El anuncio esta semana de que Venezuela y Cuba están preparando un plan de US$1 millardo para ayudar al desarrollo de Haití, el país más pobre del hemisferio, establece un contraste desafortunado con el barco-hospital que Bush está enviando a los puertos de 11 países pobres para ofrecer cirugía de emergencia.

Al final, la generosidad venezolana y cubana dependen de un precio del petróleo que pudiera no ser sostenible. Aún así, Washington tiene que subir la mira. Podría ser más sensato trabajar con los bancos multilaterales para desarrollar mejorías de mayor alcance en áreas como la sanidad y los servicios básicos de salud, o expandir el alcance de la Corporación Desafío del Milenio, cuya labor está restringida a un pequeño grupo de países en la región. No será fácil. Pero sin un esfuerzo mayor y más audaz, el prestigio de EEUU en América Latina continuará en declive.
VERSION IVAN PEREZ CARRION

Publicaciones Relacionadas

Más leídas