¿La Junta que quiere Agripino?

¿La Junta que quiere Agripino?

 MARTHA PÉREZ
Está muy claro la necesidad de conformar una nueva Junta Central Electoral que sea la respuesta al clamor de la sociedad dominicana y por tanto, que obedezca al interés del país y no al interés político partidario o grupal.

Podemos decir que al respecto hay un consenso de que sea una junta con credibilidad. Varias personalidades y sectores de la vida política y social, incluido el Presidente de la República, doctor Leonel Fernández Reyna, así como el Cardenal López Rodríguez, el presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, monseñor Ramón de la Rosa y Carpio, entre otros, se han expresado, indistintamente, en este sentido. De lo que se trata, para poder superar las fallas de origen, no es de escoger una junta a la carrera para que “le alcance el tiempo para montar unas elecciones libres y transparente” o si la escoge el senado o el Consejo Nacional de la Magistratura; la esencia es que debe ser una Junta nueva para iniciar una nueva práctica del ejercicio de este supremo organismo electoral. Cuando el presidente Fernández ha propuesto que debe ser escogida por algún organismo diferente a los partidos y cita, por ejemplo, el CNM es una forma de alejar la escogencia de la junta de todo lo que huela a partidos.

Mientras estaban sobre la mesa estas ideas y propuestas y eran analizadas por las voces que quieren participar, desinteresadamente, para aportar al presente y devenir de la sociedad dominicana, y surgían algunas ideas adicionales sobre la Junta que necesita el país, monseñor Agripino Núñez Collado, en su condición de mediador, “deja caer” una especie de propuesta, que según declaraciones del secretario general del PRD, licenciado Orlando Jorge Mera, al negar su adhesión a un acuerdo al respecto y tomándole la palabra a monseñor Agripino, dicha propuesta es del Partido de la Liberación Dominicana, y que presentaría a los demás partidos para la selección de los integrantes del tribunal de elecciones. Conforme a la propuesta, según publica la prensa el pasado viernes 8, la “nueva” Junta estaría conformada por la doctora Aura Celeste Fernández, quien la presidiría, Roberto Rosario, Rafaelina Peralta, Salvador Ramos (tres de la actual Junta), Julio César Castaños Guzmán, Jottin Cury hijo, Mariano Rodríguez y Luis Schéker Ortiz. Sin entrar en detalles sobre las individualidades, que no es el caso, esta propuesta viene a ser una receta y como tal no contribuye a tomar, de manera participativa y consensuada, una decisión tan importante para el futuro inmediato del país en materia electoral, pues no se está presentando una terna, sino una junta establecida con nombres y apellidos y  posible  distribución “participativa” de cargos entre partidos y sociedad civil.

Ha quedado evidenciado que la actual es una Junta partidaria, con principalía perredeísta. Necesitamos una Junta “civil” es decir, representativa del interés nacional y que esta cualidad se exprese en la mística de su labor.

Existe un clamor generalizado para que sean emuladas juntas como las presididas por don Angel María Liz y César Estrella Sadhalá. Entre sus miembros pueden tener simpatía política, ¿quién no la tiene?, pero de ahí a que las acciones y decisiones de este tribunal las determinen los partidos políticos o grupos con interés partidario, hay un buen trecho. Ir a este organismo electoral a defender abiertamente el interés de equis partido, es una barbaridad que en nada contribuye al equilibrio. Si medimos la temperatura con el termómetro de la aspiración del presidente Fernández de que los partidos estén lo más lejos posible de la escogencia de la nueva JCE, el PLD está dando una clara señal de que procura evitar que sigamos albergando temores en cada proceso electoral. Por eso, resulta difícil aceptar que la precitada propuesta pudiera salir totalmente del PLD.

Lo primero es que si esa es una propuesta del PLD, contraviene lo expresado por el Presidente de la República y presidente del partido morado. Lo segundo es que si nombran tres integrantes de los partidos políticos, cabe preguntarse ¿son sólo tres partidos políticos registrados por la JCE y existentes en el país?, sencillamente un claro viso de sectarismo y exclusión. Lo tercero es que también se habla de representantes de la sociedad civil, también cabe preguntar ¿qué es y quiénes son, la sociedad civil?, más exclusión aún. Consideramos que desde las funciones de monseñor Agripino Núñez Collado, la presentación de esa receta tiende a retrasar una decisión importante, urgente y no por esto para cualquier salida. Una decisión al respecto debe ser participativa, consensuada, y aceptada, como garantía de que podamos superar los errores y entuertos que arrastran nuestros procesos electorales del pasado reciente, siempre matizados por temores de fraudes y conflictos. Basta! ¿Quién mejor para contribuir con la superación de esta situación que un partido que ha sido víctima de esos temores; y la persona en quien la sociedad ha confiado como un mediador para el diálogo y el entendimiento entre partes confrontadas?. Adelante, vamos a conformar una JCE para el país.

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