El conocido aforismo es invocado y justa razón con fe, no con resignación. Se justifica. La Justicia verdadera, la verdadera justicia se hace esperar no solo por su enorme complejidad que implica una ardua labor de investigación, búsqueda de documentos, pruebas, testimonios para evitar lo que debe evitarse: la injusticia.
Pero además, su recto camino se ve obstaculizado por hechos externos, como la injerencia política que persigue propósitos y fines contrarios a su naturaleza, desvirtuándola, tornándola en aliada de actos reprobables contrarios al interés público, a la Constitución, la ley, la justicia que los condena, lo que despierta indignación, ira y rebeldía en aquellos que tienen “hambre y sed de justicia” y ven cómo el sistema judicial se desmorona, colapsa: “Justicia retardada, justicia denegada.”
“Marcha Verde” surge como consecuencia de tal frustración. Harta de corrupción y de impunidad que brota por los poros agrupa a multitudes que de manera organizada y pacífica desbordan avenidas, calles, barrios de la capital, y se expande al interior del país que le acoge con entusiasmo convertida su consigna en bandera nacional: “Contra la corrupción y la impunidad, ni un paso atrás.”
El presidente Medina avizora ese movimiento “in crescendo” que no puede detener con el uso de la fuerza. Sagazmente, apuesta al cansancio, al desgaste, jugando con el tiempo a su favor logrando su objetivo. Marcha Verde se debilita, pero deja huellas inmarcesibles que resurgen fortalecidas por otras fuerzas igualmente indignadas opuestas a la corrupción que provoca el vano intento del PLD y su mentor de reformar la Constitución para perpetuarse en el poder.
Obligado a desistir de su malhadado empeño, no abandona su desmedida ambición que produce la división de su partido y la derrota suya y de su pupilo insípido, inexperto que el pueblo rechaza en las urnas a cambio de un mejor gobierno inspirado en la ética y la filosofía de Hostos, de Duarte, nuestro Padre de la Patria: “La política no es una especulación; es la ciencia más pura y más digna después de la filosofía de ocupar las inteligencias notables.”
Es mucho lo que se espera del presidente electo y su Gobierno que ha venido conformando con acierto y prudencia, buscando “el hombre para el cargo, no el cargo para el hombre.” La carga de responsabilidad es pesada. Caótica la herencia, agravada con la pandemia COVID 19 que nos azota sin distingo y sin piedad poniendo en peligro la convivencia a nivel planetario afectando más duramente sectores tradicionalmente marginados, condenados a la miseria y extrema pobreza.
Todo ello reclama justicia y equidad, una sana política administrativa donde la salud y la economía de la nación requieren atención primaria, todos los recursos para paliar la grave crisis.
Los casos de corrupción, relegados no al olvido, si garantizando un verdadero un juicio judicial público, legal, contradictorio, donde el Ministerio Publico y sus auxiliares juegan un papel estelar: la más pesada carga: “YO Acuso.” Ha de actuar cumplimiento de su deber con integridad, sobriedad y firmeza, con independencia absoluta, asido al derecho y la ley, “caiga quien caiga.”La verdadera Justicia tarda, pero llega.