Grave, la denuncia nos habla de cosas que se creían superadas en el sistema penitenciario dominicano o, por lo menos, que según decían las autoridades eran parte del ayer. Nada, sin embargo, ha cambiado en este pedazo de isla.
A pesar de los cientos de veces que los procuradores de turno se han llenado la boca hablando sobre cómo el sistema de justicia ha cambiado, es evidente que las cosas siguen igual de torcidas. ¿Cómo se entiende que un preso que debe estar en la cárcel de San Pedro de Macorís (del nuevo modelo, por tanto, más controlado) haya sido enviado a La Victoria, donde campa tan a sus anchas que se toma la libertad de amenazar a Alicia Ortega por un reportaje que emitió en su programa.
Hoy, que es además el Día del Periodista, la jornada es muy propicia para que todos nos unamos en nombre de Alicia y le exijamos a las autoridades que vayan más allá de la investigación: en RD una investigación es, generalmente, sinónimo de puro mareo y poca acción.
Las amenazas hechas a raíz del reportaje sobre Matías Avelino Castro, presunto autor intelectual del asesinato del periodista José Silvestre, no puede ser un caso más que se queda en el olvido: en juego está el ejercicio del periodismo.
Más allá de las amenazas, hechas por internos del penal que demuestran que son capaces de lo que sea desde la cárcel (práctica antigua y sin superar), hay que investigar quién y por qué Avelino acabó en otra cárcel; en qué celda está y por qué es tratado con privilegios y, sobre todas las cosas, si tiene vigente la estructura con la que operaba cuando era narco. Recordemos que no es un santo.