La justicia

La justicia

El diccionario de español dice: justo es “Que obra según justicia y razón” otra definición señala: “Que vive según la ley de Dios”.

Justicia, según el mismo diccionario es “Aplicar las leyes en los juicios civiles o criminales, y hacer cumplir las sentencias”.

Para que haya justicia debe haber una ley que imponga límites a las acciones del Estado en sus relaciones con los gobernados y a las acciones de los gobernados con relación a otros gobernados y al Estado.

Es, pues, un camino de dos vías o un triángulo en el que la observancia de la ley impone la igualdad.

La regla es que toda persona debe cumplir con la ley sin que importe si la considera justa. Si la ley se considera injusta debe existir una instancia seria y confiable, ante la cual acudir sin temor a que la igualdad sea retorcida para hacer legal lo ilegal o justo lo injusto.

La justicia se representa con los ojos vendados, para indicar que no establece distinciones entre los incumplidores de la ley, con una espada y, a veces, sobre un león, para recordar que la ley debe ser fuerte y tiene que haber autoridades con fuerza para imponerla y una balanza para que las sentencias no se inclinen de manera caprichosa.

Con la última reforma judicial hemos visto cómo un traje nuevo no ha sido capaz de cambiar hacer justa y ágil la aplicación de las leyes, quizá por aquello de que “aunque se vista de seda/la mona, mona se queda”.

Como antes, como siempre, los tribunales están integrados por seres humanos, hombres y mujeres, que en muchos casos han sido seleccionados por amiguismo, como legisladores que compran curules, o mediante la concesión de favores sexuales.

Quizá resulte escandaloso que lo diga, pero lo que debe ser escandaloso es que haya esas prácticas que son conocidas por funcionarios judiciales y del Gobierno, por los partidos políticos, por profesionales del Derecho y todos callan y guardan las evidencias de dolo que les pueden servir para chantajear a tal o cual magistrado, para torcer su voluntad si conoce un asunto que atañe a quien guarda las pruebas.

Un día sí y otro también vemos cómo la Suprema Corte de Justicia está en los titulares en un dime y direte como si se tratara de una vecina de barrio, como si se hubiera olvidado aquella máxima que reza: “los jueces hablan por sentencia”.

Mientras haya tantas debilidades en la selección de los jueces, mientras el cedazo tenga los intersticios tan amplios, continuaremos en el reino de la injusticia.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas