La lapidación del señor Presidente

La lapidación del señor Presidente

POR FAUSTO MARTINEZ
Las leyes hebreas castigaban con la lapidación la mayor parte de los crímenes que se sancionaban con la pena capital; los testigos y demás acusadores del delincuente se encargaban de ejecutar esta siniestra sanción, tan vieja como el mundo, barbada como pocas. La ultima vez que la encontramos en la literatura universal es en el clásico de Kazantzakis La vida y obra de Alexis Zorba magistralmente llevada al Cine con el título de Zorba el griego, hasta reencontrarla en los terrenos de la más vieja casa de estudios de América el día que el señor presidente de la República fue a burlarse nuevamente del pueblo dominicano.

¿Que crimen ha cometido el señor presidente para merecer semejante sanción?

El 16 de agosto del año 2000 el señor Presidente le dijo a la Nación: «Juro por Dios, por la Patria y por mi honor, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes de la República, sostener y defender su independencia, respetar sus derechos y llenar fielmente los deberes de mi cargo»… que entre otros consiste en «…en la protección efectiva de los derechos de la persona humana y el mantenimiento de los medios que le permitan perfeccionarse progresivamente dentro de un orden de libertad individual y de justicia social, compatible con el orden público, el bienestar general y los derechos de todos». El primer crimen que le podemos imputar es el perjurio cometido al momento mismo de tomar posesión del cargo para el cual fue elegido, de ahí en adelante, su paso por el Poder ha sido una concurrencia ideal de infracciones contra la cosa pública en todas sus formas: Usurpación de funciones; Prevaricación; Concusión; Coalición de funcionarios, etc. contra los particulares, también en todas sus formas, y aunque parezca mentira, contra la historia, ya que ha logrado retrotraernos a la Edad de piedra.

Aquellos aduladores que censuran los hechos escenificados en la Universidad sobre la base de que el Presidente de la República es merecedor del respeto de todos los ciudadanos, no a título personal, sino en nombre de la investidura, han olvidado que hace mucho tiempo que el señor presidente se olvido del respeto que se deriva de la investidura, al socaire de ser un presidente «atípico», como se ha querido bautizar su falta de respeto al pueblo.

Como profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo deseo dejar constancia de mi protesta por las sanciones impuestas al profesor y a los estudiantes.

Entre los casos de criminalidad corporativa en que aparece como autor de un delito un pueblo entero el más conocido, el que está inmortalizado por el genio de Lope de Vega es el de Fuenteobejuna. El pueblo había sido cedido a la Orden de Calatrava y un Comendador de la misma se había instalado en la villa, cometiendo todas las felonías, todos los excesos sociales y económicos a que podían darle ocasión sus ambiciones y sus medios, sirvió de caldo de cultivo para la conjura que se llevó a cabo en un momento determinado, pusieron fin a la vida del Comendador; se instruyó un proceso criminal por los medios ordinarios y fueron sometidos a tormento, los vecinos, incluso las mujeres y los niños; todos le resistieron heroicamente, y al preguntar el juez ¿Quien mató al Comendador? no hubo más que una sola respuesta: Fuenteobejuna, ¿Y quien es Fuenteobejuna? Todos a una. En buen derecho, el crimen colectivo no se castiga, por eso, protesto contra las autoridades universitarias que se han plegado al Poder, aún cuando esté de paso.

Después de esta lapidación ojalá que a la hora de la resurrección el Señor no lo encuentre entre los justos, a él ni a sus cuarenta seguidores.

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