POR: Haivanjoe NG Cortiñas
El Covid-19 ha producido un impacto económico severo en la economía mundial y local, generando una caída del PIB sin precedentes. Como reacción, la política fiscal y monetaria ha sido expansiva y flexible en la mayoría de los países para mitigar los embates, algunas de corte tradicional y otras en la dirección que marca la nueva normalidad, que implica al menos ser novedoso en la era de la pandemia por coronavirus.
La coyuntura internacional y local demanda de esfuerzos extraordinarios y admisión de realidades, que al desconocerlas, podrían llevar a las autoridades públicas y privadas a emprender acciones que resulten ser contraproducentes o poco colaborativas. El momento es de pacto social no de pacto fiscal, al menos hasta que se logre la recuperación. La situación no es para menos gasto público, sino para más gasto de calidad. El escenario no es para recaudar más, sino para recaudar mejor. El financiamiento no debe ser para malgastarlo, debe dirigirse a la recuperación económica.
En el plano local, el pacto social debe procurar como norte la recuperación económica, propiciando entre los actores una sinergia para lograrlo en el menor tiempo posible. El año 2021 deber ser el de la recuperación económica, involucrando –en un esfuerzo mutualizado-, al Poder Legislativo, al sector empresarial, a las organizaciones políticas, a la sociedad civil y a la población en general.
Los mensajes centrales que deben guiar la recuperación económica son: Antes del Covid-19 la economía venía creciendo con estabilidad y avances en lo social; con la epidemia por coronavirus, la economía se ha contraído, desplomándose las exportaciones, la demanda interna, aumentando el desempleo, la pobreza, la depreciación del tipo de cambio, la disminución de las reservas internacionales, el aumento del déficit fiscal, de la presión de la deuda pública y de carencias más evidentes en el sistema de salud pública. Es el momento de iniciar en forma sostenida la recuperación económica.
Hasta ahora la reacción de la política pública está permitiendo conformar un ciclo económico que podrá indicarnos si el esfuerzo debe ser mayor para acelerar el ritmo en recuperar la economía. El diagnóstico central y resumido, hace una invitación a explorar la capacidad fiscal que tiene el país y el esfuerzo por realizar, para habilitar espacio fiscal de naturaleza presupuestaria para afrontarlo, auxiliado complementariamente por lo monetario, para contribuir a la recuperación económica.
Ante el comportamiento de la economía de los primeros seis meses del 2020, medida por el Índice Mensual de la Actividad Económica (IMAE) -representación resumida y rápida del producto interno bruto (PIB)-, gráficamente podemos apreciar el desempeño de la economía, como una forma de determinar la magnitud del esfuerzo fiscal y monetario por realizar en la presente coyuntura causada por Covid-19.
Las cuatro letras que comúnmente la literatura económica emplea para describir en imagen los escenarios de ciclo económico, son la V, U, W y L. La lectura que corresponde a la letra U, indica, que luego de una pronunciada disminución en la actividad económica, el inicio de la recuperación se tarda más tiempo. El de la curva en forma de letra W, su movimiento resulta zigzagueante y el periodo en intento de recuperación es de sube y baja. El correspondiente a la letra L, luego de la caída, la curva se aplana en forma prolongada antes de iniciar la recuperación.
En el caso del desempeño que muestra el comportamiento que ha seguido el IMAE dominicano es el de la forma en letra V, que se tipifica como optimista, dado que, el desempeño presenta una caída significativa y acelerada, hasta llegar a un punto de inflexión, donde comienza una reversión hacia una recuperación.
Al IMAE dominicano presentar la forma de letra V, podríamos darle dos lecturas: la primera, que la dirección de la curva tomó el curso menos agravante, al iniciar una inmediata recuperación, luego de su mayor caída. La segunda apreciación, es que podría ser indicativo de que la recuperación económica sea más rápido que el resto de las formas que podría asumir el ciclo económico: las letras U, W y L-.
Se puede observar en el gráfico, que la desaceleración en el ritmo de la caída en la economía dominicana no es equivalente a la intensidad con la que inicio la contracción del PIB, mostrando una curva en forma de V con un perfil de lados asimétricos, pero ventajoso, en cuanto a que permite una previsión de la recuperación con menos esfuerzo y no lo contrario.
Pese a que el ciclo económico de corto plazo dominicano asumió la forma de letra V, la realidad presupuestaria nacional, caracterizada por la ausencia de estabilizadores automáticos, tanto por el lado de los ingresos, como del gasto, obligó a un manejo presupuestario poco flexible, especialmente por su nivel de rigidez que alcanza un 90.0% y a la ausencia de espacio fiscal, que empujan a la formulación de presupuestos complementarios, como una manera de responder a coyunturas, para poder elevar la capacidad fiscal.
El déficit fiscal previsto sin Covid fue de un 2.2 % del PIB, con la epidemia por coronavirus, que obligó a las dos modificaciones presupuestarias realizadas en lo que va de año, la previsión del déficit financiero del presupuesto para finales del 2020 se elevaría a un 9.3 % del PIB.
Al presentar las finanzas públicas un panorama de ausencia de espacio fiscal, explicado por los desbalances financieros, las necesidades brutas de financiamiento y la rigidez presupuestaria, su manejo no permite encontrar espacio fiscal y por esa vía aumentar la capacidad fiscal a favor de una mayor intervención en la economía para su recuperación, a no ser que continúe la política de endeudamiento fácil o se realicen cambios significativos en la formulación presupuestaria, como es el presupuesto en base cero.
El presupuesto de base cero, posiciona a cada capítulo del presupuesto sin previa apropiación presupuestaria, dejando atrás el histórico y lo obliga a justificar detalladamente los recursos financieros que solicita, implicando una respuesta al por qué y para qué necesita los recursos y por esa vía, permite fijar metas, que en el caso de la coyuntura por la que atraviesa el país, estarían guiadas en agregar valor al objetivo general de recuperar la economía en el corto plazo.
Partiendo de lo antes dicho, se potencializa la posibilidad de un uso más eficiente de los recursos limitados –reduciendo gastos no prioritarios, al tiempo de crear espacio fiscal- y los liberados potencialmente, se coloquen en la dirección de las metas y objetivos sobre una base fiable y jerarquizada, que haga posible la recuperación económica en el menor tiempo posible.
El esfuerzo fiscal necesitará de la mano monetaria en forma más expansiva, para que ayude cuanto antes a la recuperación económica deseada sin interrupción. Medir el impacto económico del Covid, los recursos que se requerirían y el tiempo que se tomaría, será materia del próximo artículo.