La Revolución Traicionada es una obra de la autoría del cerebro intelectual mejor amueblado de la revolución rusa de octubre en 1917, a decir, León Trotski, con la cual expresa su insatisfacción con el giro que Stalin había dado al bolchevismo.
El rebelde Trostki criticó severamente la forma en que el centralismo democrático había sido desplazado por el centralismo burocrático, ya que el partido y sus postulados fueron echados a un lado para dar paso a una clase política oportunista, arribista y sin compromiso ideológico que al pasar a dirigir la administración pública, también obtuvo credenciales políticas para imponer sus improvisadas posiciones por encima de los revolucionarios que con sudor y sangre pusieron fin al régimen zarista.
Las posiciones trotskistas molestaron sin lugar a dudas a los “revolucionarios” aburguesados que producto de quedar evidenciado su alejamiento de los postulados que al principio les movían, utilizaron al esbirro Mercader para cortar el hálito de vida del segundo hombre de la gloriosa revolución de Octubre.
El Partido de la Liberación Dominicana necesita sin demora alguna una ola política que promueva el conocimiento y puesta en práctica del pensamiento trotskista, que entre otras cosas convenza a esa organización de la necesidad de establecer la “revolución permanente” pero esta vez a lo interno de los organismos del PLD.
Es urgente el renacer de una plataforma interna peledeísta que restaure la “Liberación Traicionada” y muestre al pueblo dominicano sus mejores rostros, figuras incuestionables, defendibles y que resistan auditorías éticas, morales, económicas y de todo tipo.
Es probable que contra ese movimiento restaurador se levanten poderes, que como Stalin, financien a Mercader para sacar de juego a los peledeístas verdaderamente comprometidos con el pensamiento político de Don Juan. Ahora bien, si el precio a pagar por el desarrollo de esa ola interna es correr la misma suerte que Trostki, invito a que lo paguemos.